Reino Unido

Brexit: Tres años de divorcio sin atisbo de la tierra prometida

El 31 de enero de 2020, Reino Unido abandonó formalmente la Unión Europea con las expectativas de un “boom” económico que nunca ha llegado

Poco antes de las 23 horas local (media noche en Bruselas), el entonces primer ministro británico Boris Johnson, emitió un mensaje a la nación. “Nuestro trabajo como gobierno, mi trabajo, es unir a este país y seguir hacia adelante”, recalcó. “Y lo más importante es destacar que este no es un fin sino un comienzo. Es el momento en que amanece y se levanta el telón de un nuevo acto. Es un momento de verdadera renovación y cambio nacional”, destacó aquel 31 de enero de 2020, poniendo así fin a casi cinco décadas de complicada relación entre el Reino Unido y la UE.

Se proyectó un reloj sobre Downing Street con la cuenta atrás. Las históricas fachadas de Whitehall -donde se encuentran todos los ministerios- se tiñeron de los colores de la Union Jack. Pero más allá de eso, no hubo celebraciones oficiales para no herir sensibilidades en un momento de gran polarización en la calle.

Se cumplen ahora tres años del histórico divorcio. Las divisiones sociales siguen existiendo aunque hay algo de más unanimidad: cada vez hay más gente que considera que fue un gran error y dos terceras partes de los británicos son partidarios de celebrar otro referéndum para reconsiderar la decisión.

Economía en declive

No hay atisbo de la tierra prometida de la que hablaban los euroescépticos cuál apóstoles. La economía está en declive, falta mano de obra y en lugar de los ansiados acuerdos comerciales con terceros países que tanto empleo iban a generar no se materializan, el país está prácticamente paralizado por una oleada de huelgas.

Sectores que nunca antes en la historia se habían manifestado, como los enfermeros, salen ahora a la calle creando más presión para el Gobierno de Rishi Sunak, el tercer inquilino que un Partido Conservador en decadencia ha puesto en Downing Street desde 2020. Lejos de acabar con las guerras civiles, el Brexit ha acarreado aún más problemas a una formación que no sabe definir aún su relación con la UE.

Las negociaciones continúan

Porque las negociaciones con Bruselas a día de hoy continúan. El Protocolo de Irlanda -pieza clave del acuerdo de divorcio- no funciona y, según los críticos, es el responsable de que los norirlandeses lleven un año sin gobierno en Belfast poniendo en peligro la paz entre católicos y protestantes.

Asimismo, tampoco hay acuerdo en Gibraltar, la otra única frontera terrestre que existe ahora entre el Reino Unido y la UE. A pocas horas de que terminara el periodo de transición en diciembre de 2020, Londres y Madrid conseguían cerrar `in extremis´ un principio de pacto para evitar los estrictos controles en la verja que habrían sacudido a la economía tanto del Peñón como de las regiones españolas aledañas. El texto contenía las directrices para cerrar un tratado entre la Comisión Europea y el Reino Unido sobre la Roca que debía entrar en vigor en seis meses. Pero seguimos sin fumata blanca.

Reino Unido no es inmune a los desafíos globales que están afectando a las economías de ambos lados del Atlántico. Sería incorrecto culpar al Brexit de todos los males. Pero su efecto es irrefutable. Según las propias previsiones del Banco de Inglaterra, será el único país importante cuya economía, para 2025, aún no haya recuperado los niveles previos a la pandemia. No solo se trata de las peores tasas de crecimiento del G-7 o G-20, sino de cualquier parte del mundo desarrollado.

La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria —el organismo independiente de control de las finanzas públicas del Gobierno— estima que el Brexit afectará a la economía británica el doble que el coronavirus. Entre otras cosas, porque las exportaciones al bloque disminuyeron casi un 14% en 2021, en comparación con 2020, y hasta un 25% si se compara con 2019.

Sin mano de obra

Asimismo, la falta de mano de obra es un problema que sufren las economías a ambos lados del Atlántico. Sin embargo, el mercado laboral británico ha perdido 460.000 trabajadores procedentes de la UE, que no ha podido compensar con los apenas 130.000 que han llegado procedentes de otras partes del mundo, según los cálculos realizados por el reputado Think Tank Centro para la Reforma Europea

El Brexit nunca iba a hacer, por sí mismo, a una nueva Global Britain más fuerte, más justa o con impuestos más bajos. Pero los nuevos poderes que tanto anhelaban los euroescépticos sencillamente no se están utilizando. La mayor crítica que se hace al Gobierno conservador —incluso desde la prensa más afín— es que hay una “vergonzosa ausencia de algo que pueda describirse como una agenda post Brexit”.

Los euroescépticos se negaban a permanecer en la unión aduanera a fin de poder cerrar nuevos acuerdos comerciales con países terceros. Pero el anhelado pacto con Estados Unidos brilla por su ausencia, Reino Unido sigue unirse al Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés) y los progresos con India van extremadamente lentos. Hasta ahora, se han sellado nuevos pactos con Australia, Nueva Zelanda, Japón y Singapur. Pero los beneficios económicos han pasado más que desapercibidos.

El ex premier David Cameron ya advirtió a los británicos que fueran sensatos llegado el momento de depositar el voto, porque si el país decidía salir, sería un “billete de ida sin retorno”.