Acoso sexual

Violaciones y drogas en el Ejército de EE UU

Abandonaron las Fuerzas Armadas tras ser agredidos por sus superiores. Les privaron de cualquier ayuda porque se les considera desertores

Liz Luras, Bill Minnix y Emily Vorland
Liz Luras, Bill Minnix y Emily Vorlandlarazon

Abandonaron las Fuerzas Armadas tras ser agredidos por sus superiores. Les privaron de cualquier ayuda porque se les considera desertores

Fue durante la Guerra de Vietnam cuando Bill Minnix, de 61 años, sintió la llamada de alistarse en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. De adolescente, sentía vergüenza de aquéllos que protestaban contra este conflicto bélico. «Sobre todo vi a la actriz Jane Fonda a la cabeza de las manifestaciones», explica a LA RAZÓN. A los 17 años decidió entrar en las Fuerzas Aéreas. Fue entonces cuando sus superiores de la base de Lackland le invitaron a un sitio que llamaban Casa Blanca. Allí fue violado. Le daban alcohol y drogas para que no opusiera resistencia y le explicaban que los abusos formaban parte del ritual de iniciación en el Ejército. Ante las constantes vejaciones, decidió abandonar y dar cuenta de las violaciones como explicación de su marcha.

Pero nadie hizo nada al respecto y él regresó a su puesto. Al poco tiempo volvió a huir. Estuvo once días fuera de la base y decidieron considerarle desertor. Le licenciarion sin honores. Le retiraron el rango, el uniforme. «Me licenciarion sin honores en 1973 porque deserté en dos ocasiones. Pero la verdad es que me fui de la base porque no podía verles cada día y digerir lo que estaba ocurriendo. Me sentía culpable. No sabía que podía recibir ayuda. Bueno, no había ayuda entonces para las víctimas de violación. Y me tragué esto durante años porque no había nadie a quien recurrir», explica con impotencia Minnix a este diario. Ni sus amigos. Ni su familia. Nadie lo supo entonces.

Sin embargo, el caso de Minnix es sólo uno de los 163 que recoge un informe de Human Rights Watch tras 28 meses de investigación y que hoy sale a la luz. En él se desvelan la terrible historia de miles de soldados que fueron marcados en sus expedientes de por vida tras instarles a dejar el Ejército tras denunciar una violación sexual.

En el documento, de 128 páginas, se explica que en su expediente se anota que su salida se debió a «un desorden en la personalidad u otra condición mental», lo que les impide optar a los beneficios como veteranos. Entre 2001 y 2010, 31.000 soldados fueron instadas a abandonar el Ejército por este motivo. Estas marcas en sus expedientes les afectan a ellos y a sus familias. Están estigmatizados. Les perjudica a la hora de buscar un trabajo, de batallar legalmente por la custodia de un hijo o para conseguir un seguro sanitario.

Para Minnix, en cambio, fue hace tres años cuando todo empezó a derrumbarse. Pensó en suicidarse. Se quería tirar por un barranco con el coche. «Pero no lo hice porque no quería testigos y en aquel momento venía un coche detrás. Después llamé a un teléfono de ayuda y quien me atendió me preguntó: ‘¿Es veterano?’. Yo dije que sí», explica en referencia a que muchas personas le niegan que sea veterano porque no sufrió los horrores de la guerra. Otro caso similar es el de Emily Vorland, una joven militar que en varias ocasiones fue acosada sexualmente. Ahora reconce con lástima que «si en aquel momento no hubiera dado cuenta del acoso que estaba sufrienteo, me habrían permitido seguir en el Ejército. Su confesión le costó ser licenciada sin honores.

Por su parte, Lis Luras tenía 18 años cuando fue violada. Luras explica que tras dar cuenta de lo ocurrido pasó de ser una soldado destacada a tener que abandonar con un expediente en el que se explicaba su marcha por «un desorden de personlidad». Según la consejera de HRW, Sara Darehshori, «estas etiquetas en los expedientes les marcaron de por vida. No sólo perdieron su carrera militar, sino porque están estigmatizados en la sociedad».