Guerra en Siria
«Vivir aquí es el infierno»
Asad ignora la tregua de la ONU en Siria y acorrala a los rebeldes de la región de Guta
Asad ignora la tregua de la ONU en Siria y acorrala a los rebeldes de la región de Guta.
A pesar de la tregua humanitaria de 30 días en Siria, aprobada este sábado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, los bombardeos gubernamentales se reanudaron ayer en Guta oriental. Más de una veintena de civiles perecieron en enfrentamientos entre las fuerzas leales al régimen y los rebeldes islamistas o por ataques de artillería en la zona de Al Marsh, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Los fallecidos de ayer se suman a los más de 510 muertos en una semana de ofensiva del régimen contra el enclave rebelde de la capital siria. «Los objetivos civiles en toda Guta oriental, a las afueras de Damasco, están siendo atacados sistemáticamente por aviones y helicópteros. La cifra de muertos asciende a más de 520 muertos, entre ellos un gran número de mujeres, niños y ancianos», denunció a LA RAZÓN el doctor Reda. En la última semana un total de 29 instalaciones médicas han sido bombardeadas. El centro hospitalario donde trabaja Reda en Duma (la localidad más grande de los suburbios de Damasco) ha sido destruido. «Tenemos a muchos heridos y no hay una sala de urgencia donde poder tratarlos. Primero nos quedamos sin medicinas y ahora sin hospitales», denuncia el médico sirio. Lejos de poder decir que la guerra siria está cerca de acabar, los bombardeos de esta última semana en las áreas rurales de Damasco han sido los más intensos en mucho tiempo. «Cada día que pasa pienso que lo que queda por venir será peor que ayer», advierte por su parte el activista Firas Abdula. «Más de cien misiles han caído al mismo tiempo sobre la ciudad de Duma. Es vivir en el infierno», confirma Abdula. «Si quieres vivir tienes que resguardarte en los sótanos, si no estás muerto», añade el activista. Los bombardeos han obligado a muchos de los 400.000 habitantes de Guta oriental a dormir en subterráneos o improvisar albergues en edificios vacíos. Los voluntarios de los equipos de rescate conocidos como «cascos blancos» no dan abasto para atender a las víctimas y rescatar a los supervivientes de debajo de los escombros. «No hay forma de obtener una ruta de escape. Los doctores tienen que negociar con las milicias islamistas en Guta, persuadirlos para que accedan a liberar a algunos prisioneros del régimen para que el gobierno permita el ingreso de un convoy, que no tiene ninguna garantía de que finalmente pueda entrar», lamentó en una entrevista el doctor Mohamed Katub, de la Sociedad Médica Sirio Americana.
Con esta presión, cerca de medio millón de almas atrapadas en Guta se preparan para lo inevitable: una ofensiva terrestre de las fuerzas leales al régimen para recuperar el último bastión rebelde cerca de la capital.
Bachar al Asad parece estar siguiendo el mismo patrón que en Alepo, donde después de semanas de intensos bombardeos se forjó un acuerdo de alto el fuego que permitió la evacuación de los civiles y la rendición de los rebeldes. Una fuente opositora consultada por LA RAZÓN aseguró que el Gobierno sirio «no parará hasta conseguir que los grupos rebeldes islámicos entreguen las armas». Para Asad, es clave recuperar Guta oriental, porque es el último bastión rebelde alrededor de Damasco y es visto como una amenaza para la capital. Desde los suburbios de Damasco los insurgentes utilizan sus morteros. La preocupación de las autoridades sirias por la seguridad de los ciudadanos de Damasco no es proporcional al terror al que tienen sometidos a los civiles atrapados en los suburbios. Guta oriental ha sido víctima de al menos 13 ataques químicos y desde mediados de 2015 está bajo asedio gubernamental. La población que aún reside allí sufre todo tipo de privaciones, como falta de alimentos y medicinas. Esta situación afecta, en particular, a los niños que conforman, según Unicef, la mitad de la población del área. Ante las dimensiones de la catástrofe humanitaria, no es exagerado oír por boca del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, que lo que las personas están viviendo allí es «el infierno en la tierra». La ONU ha pedido una tregua humanitaria para evitar una «masacre», pero para los civiles atrapados, este llamamiento llega demasiado tarde. Además, Damasco ha dejado muy claro que el alto el fuego no afecta a los terroristas, a los que seguirá hostigando. La población civil se siente abandonada. Más de 700 enfermos graves necesitan ser evacuados de urgencia. «Ésta será la victoria definitiva de Asad, si el régimen consigue recuperar Guta oriental y la norteña ciudad de Idlib, la única capital de provincia en manos de la oposición», asegura a LA RAZÓN el coronel retirado Nizar Abdelkader. Además, con la ofensiva turca bautizada como «Rama de Olivo», el sátrapa sirio ha recuperado un aliado en la guerra siria: los kurdos. «Esta intervención militar colocará a Asad en una posición de fuerza en las futuras negociaciones de paz», asevera.
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