Corrupción política
¿Y ahora quién?
El arco político es incapaz de generar un nuevo líder que recupere la confianza de los brasileños
El arco político es incapaz de generar un nuevo líder que recupere la confianza de los brasileños
Brasil es un enorme buque que navega a la deriva sin un capitán digno de tamaño timonel y sin una brújula fiable para sortear los retos venideros. Aunque la cabeza de la presidenta, Dilma Rousseff, ya esté servida en un plato, el pueblo brasileño no se conforma. Tanto la derecha como la izquierda del espectro político se encuentran salpicadas por diversos escándalos de corrupción, no hay candidatos nuevos que inspiren confianza en el pueblo y, en cualquier caso, todavía quedan dos años antes de que tengan lugar unas nuevas elecciones. Y allí, al mando de esta nave, quedará el vicepresidente, Michel Temer, presidente interino desde mayo, que al igual que hizo Frank Underwood en la popular serie de televisión «House of Cards», consiguió su puesto ganándose la confianza de Rousseff, y luego conspiró con el Senado para destituirla.
Pero mayores gigantes han caído en Brasil. Sirva como ejemplo cómo en campañas anteriores, al comienzo de cada anuncio, era habitual que se comuicara a bombo y platillo «ahora comienza el programa del PT [Partido dos Trabajadores]» y que cualquier candidato, fuera del PT o no, buscara asociar su imagen a la del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que ocupó el cargo entre 2003 y 2011. Incluso el actual ministro de Exteriores, José Serra, un férreo opositor al PT, usó en un anuncio electoral en 2010 una fotografía de Lula en la campaña presidencial en la que fue derrotado por Rousseff. Pero ahora la imagen del partido de Lula y Dilma ha quedado proscrita. De hecho, varios candidatos a las elecciones municipales de Brasil del PT están escondiendo las siglas de su formación o cualquier alusión a la presidenta Rousseff, que está al borde de la destitución.
El partido se encuentra en su mayor crisis desde que se fundara en 1980 debido al proceso de destitución en el que está inmersa Rousseff y al escándalo de corrupción de Petrobras, que ha salpicado no sólo al PT, sino a partidos de todo el arco parlamentario y por el que ha sido condenado un tesorero del PT y, además, está siendo investigado el ex presidente Lula. La derecha brasileña tampoco levanta la cabeza. Su principal líder, Aécio Neves, candidato presidencial, está siendo investigado por su supuesta responsabilidad en los desvíos en la petrolera estatal Petrobras, según la Fiscalía de Brasil.
La que saldría reforzada de todo este huracán político es Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño, aunque paradójicamente todavía no superaría en intención de voto a Lula. Según los últimos sondeos, el ex presidente se impondría en unos comicios en 2018 con el 22% de los votos. Otra cosa sería lo que sucedería en la segunda vuelta. ¿Aprenderán los brasileños de sus errores del pasado? ¿Seguirá el PT imponiendo su poderío en el país pese a todo, como ocurre con el PRI en México? En cualquier caso, la recesión, la desigualdad, la inseguridad y la corrupción seguirán siendo los retos del nuevo mandatario.
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