Cuarentena
El WhatsApp como arma de destrucción sentimental
En la era de las relaciones 2.0 el compromiso afectivo es cada vez más esquivo. El confinamiento ha cambiado definitivamente las dinámicas de nuestras relaciones.
De pequeños nos enseñan que dices hola al saludar y adiós al despedirte. Parecen palabras mágicas en la comunicación digital donde la gente aparece y desaparece a su antojo y donde la ansiedad puede ser disparada por un doble check azul.
Durante estas semanas de cuarentena, el WhatsApp se ha convertido en una de las aplicaciones más utilizadas a nivel mundial para estar en contacto con nuestra gente, ya sea con mensajes, audios o videollamadas. Todos estamos tan hipotéticamente disponibles que no aguantamos mucho tiempo sin mirar el teléfono y nunca antes hemos sido tan impacientes en cuanto a comunicación instantánea se refiere. ¿por qué no me contesta? ¿habrá leído ya mi mensaje? ¿y si pongo esta frase de estado sabrá que es una indirecta?
Muchas personas han trabajado “a pico y pala” futuras relaciones de distinto pelaje para cuando nos desconfinemos, interactuando a destajo ya sea para no sentirse solo ya sea para tener plan (entiéndase toda la ironía que abarca el término) cuando podamos volver a quedar.
Whatsapp se ha convertido en el paradigma de las pseudorrelaciones tóxicas sentimentales. Mantener a alguien pendiente de ti por diversión o alejarse de una relación nunca había salido tan barato. Resulta coherente creer que la rapidez de empezar una relación por Whatsapp afecta también a la facilidad para dejarlo.
Vemos normal la opción de ser ignorados y nos tratamos a nosotros mismos como personas que no pueden tener sentimientos. Tener relaciones de usar y tirar. Amigovios (si llega). Y es que con las nuevas tecnologías nos hemos acostumbrado a deshacernos de la gente simplemente no respondiendo sin pararnos a pensar en la inestabilidad emocional que podemos provocar. Y es que el rechazo causa dolor, y más aún cuando no entendemos porqué esa persona especial desaparece como el Guadiana sin dar explicaciones.
Las personas que actúan así (dejan de contestar, bloquean los perfiles) quieren evitar conflictos y no ver sufrir a quien ilusionaron, sin darse cuenta que va dejando un reguero de efectos psicológicos negativos alrededor pues refuerzan las inseguridades de las víctimas y pueden afectar en sus relaciones futuras.
Términos como hacer ghostling, el breadcrumbing o el benching nunca han estado tan actuales como hoy en día. Y aunque debamos preservar el idioma español de anglicismos, pelear contra estas palabras es inútil pues detallan con precisión situaciones que vamos a ver a continuación y que no tienen traducción exacta en nuestro idioma.
Ghosting
Ghost significa fantasma en inglés, y al igual que los entes, esta práctica consiste en desaparecer simplemente dejando de contestar los mensajes. No vuelves a saber de él (o ella), jamás te vuelve a escribir y puede que hasta te bloquee en redes sociales. Existe la versión amable, en la que la relación se va cortando poco a poco espaciando cada vez más las respuestas hasta que un día te dejan en visto.
Benching
Bench significa banquillo, y a efectos digitales es tener en espera a una persona que nos llama la atención pero sin llegar a concretar nada. Es decir, un equipo de reservas para no estar solos en caso de necesidad: no estás fuera de juego pero tampoco participas. Es la técnica de desestabilización emocional más antigua de la historia, y antes lo llamábamos “ser el segundo plato”. En versión cuarentena esta persona se encarga de mantenerte pendiente de él mediante largas conversaciones, videoconferencias y fingido interés. Para no llamarse a engaños, la caña te la está tirando a ti y a unos cuantos/as más, pero eso nunca te lo dirá.
Breadcumbing
Del inglés bread, pan, el Diccionario Urbano lo define como el acto de enviar mensajes de tonteo pero sin mucho esfuerzo verbal. Ir tirando miguitas, vamos. A efectos digitales, suelen ser likes esporádicos o un “que guapa en tu última foto” simplemente para que la otra persona no nos olvide y así mantener viva la esperanza de un posible interés romántico o sexual. Son personas que realmente no quieren nada contigo, pero se encarga de mantenerte con interés porque le encanta que le hagan caso.
Aquí entrarían en juego los ex, que tan presentes se han vuelto para muchos en este confinamiento. Son personas que ya no están en nuestra vida pero que no quieren ser olvidados y que muchas veces resucitan simplemente para quitarnos la estabilidad.
El breadcrumbing puede ser una manipulación muy peligrosa, ya que a veces el otro puede reaccionar a esos mensajes y esos períodos de silencio con obsesiva insistencia. A las personas no nos gusta la incertidumbre y por eso al ignorar a alguien, esa persona puede tender a escribir más porque siente inseguridad debido a esa falta de respuestas.
En definitiva, esto de jugar a varias bandas, mantener a alguien con apenas oxígeno amoroso o desaparecer de golpe es algo que se da desde que existe la humanidad, pero hoy estas estrategias son más visibles gracias a las nuevas tecnologías. Con una pantalla de por medio, la moral muchas veces se hace más laxa. De hecho, el mejor ejemplo nos lo da otro anglicismo en boga, situationship, que vendría a ser el “estar en una situación con alguien”. Ni pareja ni amigo con derecho, tan solo una situación. Más cómodo y cobarde es imposible.
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