Entrevista
Miguel Herrán: “Desde que conocí el cine intento no juzgar a nadie”
Tiene solo 26 años, pero ya sabe lo que es triunfar en todo el planeta, ganar un Goya y que cada uno de tus pasos lo sigan casi 14 millones de personas.
Quizá para el gran público sea ‘La casa de papel’ la que ha marcado la vida de Miguel Herrán. Porque a veces medimos el triunfo en cuotas de pantalla. Y aunque un éxito de esa magnitud es difícil de procesar, en la vida de este joven actor ha habido ya varios hitos que para él han tenido quizá más peso emocional. Entre ellos, que en su camino se cruzase otro actor, Daniel Guzmán, y le diera, en 2015, el papel de su vida. No solo porque ‘A cambio de nada’ le valiera el Goya, también porque le descubrió un mundo nuevo. Siete años después, la trayectoria de Herrán ha dejado patente que Guzmán no se equivocaba al ver en aquel chaval la madera en la que tallar una carrera en el cine. Estos días Miguel protagoniza‘Modelo 77′, una película que bien puede volver a valerle una candidatura. En ella se convierte en un preso de la cárcel Modelo de Barcelona durante los primeros años de la democracia y cuenta su lucha por ver reconocidos sus derechos.
Drama carcelario, retrato histórico de Copel, la asociación de los presos para hacerse oír, ¿qué dirías que es ‘Modelo 77′?
Pues yo creo que una película necesaria para todas las generaciones, tanto para las nuevas como para las que han vivido aquella época, para que no olvidemos cómo era nuestro país, la situación política que vivíamos. Y desde ahí, recordar a dónde queremos ir y que esto es un camino que estamos recorriendo. Esta película expone a una parte de la sociedad que estaba siendo poco escuchada, algo que a día de hoy también sucede, que es el mundo de los presos. Y es necesario recordar y conocer. Porque yo, por ejemplo, no conocía esta parte de la historia y me sorprendió mucho cuando leí el guion.
Es que hay que contar que la película está inspirada en hechos reales. De hecho, mi personaje es real. Aunque siempre quiso proteger su intimidad. Y a Daniel Pons, que era una de las personas que inició el movimiento de Copel, nosotros le conocimos en persona. Y fue alucinante escucharle, esa determinación esa verdad... Nos contó cómo eran las cárceles y se me ponía la piel de gallina con sus historias. Contaba, por ejemplo, que por las noches se tenía que pelear con las ratas para que no le quitase la comida que habían logrado esconder. Es una barbaridad. Por eso creo que esta película es necesaria.
No sé cómo te has preparado para un personaje que es muy duro, también a nivel físico, porque Manuel, tu personaje, pasa hambre.
Hubo un drama con el tema de mi peso, porque yo venía de hacer mucho gimnasio. Y ese cuerpo no lo podía tener y teníamos un mes para que adelgazara. Debía adelgazar como doce kilos, pero además, de masa muscular. Yo dejé de comer. Solamente hacía dos comidas al día: una, con gazpacho y una loncha de pavo y por las noches me tomaba una lata de atún al natural. Y perdí peso… perdí hasta las ganas de vivir. ¡Es que no quería ni hacer una película! Pero al final mi cuerpo se adaptó, empecé a perder peso como una bestia y empezamos a construir el personaje.
¿Tanto merecía la pena Manuel?
A mí me pasó una cosa maravillosa, que es que el personaje era tan bonito que empezó a impregnarme. Por ejemplo, a Manuel le gusta la ropa, pero no tiene dinero para la de marca. Entonces, como yo estaba instalado en Barcelona, un día empecé a caminar por Paseo de Gracia. Miraba los escaparates de Fendi, de Gucci, de Prada y pensaba que a Manuel le gustaría, pero no tenía dinero para esto. Entonces me probaba esa ropa pero no la compraba porque Manuel no podía. Luego iba a tiendas más baratas, buscaba ropa que se parecía a la de marca y me la compraba. Y me acabé aficionando a la moda, hasta tal punto que encontré un sastre maravilloso al que iba a que me fuera ajustando la ropa barata para que pareciera más cara.
Yo sé que no te gusta mucho que te digan esto, pero este papel huele un poquito a Goya.
Yo no sé si huele a Goya o no, porque este año se estrenan películas muy buenas que también pueden atraer a todo tipo de premios. Evidentemente me haría mucha ilusión, pero lo que me ha dado el director es, con diferencia, el mayor de los premios. Y se lo he dicho: “Has conseguido algo que jamás pensé que pasaría, ¿te puedes creer que soy mucho más feliz el lunes, cuando me levanto a las cinco que el viernes cuando cortamos?
Bueno, además, tú ya tienes un Goya en casa. ¿Eres de los que le ha buscado un lugar poco habitual o está el salón de casa?
Está en casa de mi madre, que creo que es la persona que más lo disfruta.
También supongo que será la que más alucine con que seas famoso en todo el mundo. El ‘boom’ de ‘La casa de papel’ tuvo que ser un ‘shock’.
Estuvo bien y ha sido raro a la vez. Cada uno lo ha gestionado como buenamente ha podido. Yo he tenido mis oscuridades dentro de esto, de tomar decisiones equivocadas o dejarme llevar por lo que dice la gente. Y en cuanto empecé a hacerlo, me di cuenta de que lejos de hacerme feliz, pensaba: “Si yo no soy esto”.
En el trabajo te ha ido muy bien y parece que sigues en racha. ¿Eres un tío con suerte?
Yo siempre he considerado que tengo muchísima suerte en la vida. Aunque igual que todos, he tenido momentos malos. He tenido una infancia complicada, pero tengo la madre que tengo, que es una cosa espectacular, que me ha criado sola y no es nada fácil, y menos con un chaval como yo, que era tremendamente conflictivo. Y luego he tenido la gran suerte de toparme con Dani Guzmán y con el mundo del cine, que me ha enseñado a entender a la gente, a entender que todos somos de una manera, porque venimos de algún lugar y hemos vivido distintas cosas. Todos tenemos una historia y hay que permitir a la gente escucharla antes de juzgar a nadie porque nunca sabemos. Así que, desde que conocí el cine siempre intento no juzgar a nadie.
El cine te ha transformado. Pero no sé si cuando eras pequeño te imaginabas que acabarías siendo actor.
No, para nada. Yo siempre pensé que iba a acabar de repartidor de frutas o de mecánico, algo sencillo. Si es verdad que de pequeño soñaba con ser geólogo. Es algo que me han llamado la atención, los minerales, las rocas…. Me parece fascinante la belleza que tiene la naturaleza a la hora de formar este tipo de rocas. Pero sabía que no lo iba a conseguir porque nunca me gustó estudiar.
Pero la interpretación sí ha conseguido engancharte y hacer que estudiaras.
Bueno, casi todo el mundo da por hecho que yo hice ‘A cambio de nada’ y luego no hice nada. Y yo, cuando terminé la película, estudié dos carreras, teatro y cine, teatro en William Layton y cine en la Central de Cine, y a mí me han enseñado mucho. Yo agradezco haber estudiado y creo que, si de verdad quieres que esta profesión te dure y hacerlo bien, hay que estudiar, hay que prepararse.
Los actores en general soléis ser unos grandes tímidos.
Sí, lo que pasa es que yo soy muy social. Hay actores que son muy de estar solos, de estar concentrados. Y para mí no hay mayor concentración que la desconcentración. Y soy una persona tremendamente transparente.
Podría decirse que esa es la imagen que das.
Es que yo cuando estoy mal, se me ve a 500 metros y si estoy bien, lo mismo. No tapo ni oculto nada. Incluso muchas veces sé que es algo malo, porque hay veces que saber y no decir da un cierto poder, ¿no? Pero no hay que tener tapujos. A mí me da igual que me juzguen. Tengo muy claro cómo soy, tengo mis oscuridades y mis luces y soy una persona como todos y yerro como cualquier ser humano. Aprendo de mis errores y considero que, en eso de estar expuesto totalmente, hay algo que te da mucha fortaleza, que es que, como ya todo el mundo lo sabe todo, no te pueden hacer daño con información sobre ti.
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