Entrevista

El arte de Alba Galocha

La modelo, actriz y artista toca todos los palos con pasión y entusiasmo: sobre la pasarela, delante de las cámaras y en su estudio, donde se siente inmensamente feliz.

 Alba Galocha
Alba GalochaManu BermúdezLifestyle

Con una sonrisa algo tímida, mostrando sencillez y cercanía, llega puntual a nuestra cita en el hotel Santo Mauro de Madrid.

Aunque es uno de los rostros más conocidos en el mundo de la moda, después de este encuentro logramos dibujar a la mujer que se esconde tras la modelo que, cuando tenía 18 años, se convirtió en un referente de las pasarelas llegando a desfilar para firmas de lujo nacionales e internacionales. Pero Alba Galocha aún tiene mucho más que ofrecer al mundo: su arte.

Alba Galocha
Alba GalochaLifeStyle

¿Quién es Alba Galocha? Soy una persona bastante normal. No me gusta llamar mucho la atención. Me gusta pasar tiempo trabajando. También me gusta mucho aprender, soy muy curiosa.

¿Cómo empezaste en el mundo de la moda? Estaba estudiando diseño de moda en el IED en Madrid. Hice unas fotos con un amigo fotógrafo que las envió a UNO Models, la agencia de Fernando Merino, y fue entonces cuando empecé a trabajar como modelo.

Además de modelo, también comienzas a hacer tus primeros trabajos como actriz. ¿Cómo surge esta oportunidad? Cuando empecé a trabajar con Fernando, conocí a Antonio Rubial, que es mi representante como actriz; ellos son muy amigos. Un día me dijo “tú y yo tenemos que trabajar juntos” y yo le contesté que esperase un segundito, que acababa de empezar en el mundo de la moda y ya veríamos cuál era el recorrido. Y es verdad que cuando me fui a vivir a París, después de un año más o menos, sí que empecé a tener la inquietud de tener más historias que contar. Al final, como modelo te disfrazan siempre, de repente, con unos tacones, una pestaña rizada y maquillaje, me convertía en otra cosa. Ahí es donde sentí el gusanillo de saber qué hay detrás de ese personaje que se queda en una foto.

Modelo, actriz… también has hecho tus pinitos en el mundo del arte. En mi familia somos todos muy artistas. Mi hermano Denis es pintor, mi hermano mayor es diseñador gráfico… tenemos la expresión a través del arte muy a mano. Fue algo que estaba dentro de mí al pasar tanto tiempo sola, al entrenar tanto mis prácticas artísticas, ya sea como modelo o como actriz –que creo que es la gran caja del arte–. Desde entonces, comencé a sentir que necesitaba contar desde otro sitio. Es verdad que empecé a dibujar y a pintar cosas muy sencillas en los viajes que hacía sola como modelo y, finalmente, a partir del confinamiento me lo tomé un poco más en serio.

Has hecho varias exposiciones. Al final es como todo, cuanto más tiempo le dedicas, más cosas acaban saliendo. Ahora tengo mi estudio y lo que hago desde hace tres o cuatro años es ir todos los días allí. El año pasado empecé a estudiar moldes y matricería cerámica, porque también, buscando una rutina, me apunté a clases semanales de cerámica y descubrí que me gustaba mucho el trabajo con las manos. En definitiva, es algo que tenemos muy presente en mi familia y finalmente me metí en un grado superior. He hecho tres exposiciones individuales y varias colectivas, casi todas de bordado, aunque en la última, sí que había dos cerámicas. Después de casi siete años, empiezo a encontrar mi estética y mi forma dentro de esa técnica.

Alba Galocha
Alba GalochaLifestyle

¿Con cuál de las tres facetas te quedas? Si tuviese que elegir una y eso me pudiese mantener, elegiría el arte, pero es verdad que son cosas que se complementan muy bien las unas con las otras. En mi trabajo como actriz aprendo mucho de las personas, de las personalidades y de las emociones. Y luego ese entrenamiento que hago como actriz me lo llevo a mi expresión como artista textil o ceramista. Es verdad que yo en mi estudio soy feliz, la rutina del estudio es algo que me apasiona. Ahora mismo en la etapa en la que estoy, prefiero eso a viajar, por ejemplo.

¿En qué momento vital te encuentras ahora? La verdad es que estoy muy bien, muy tranquila. Bastante segura de lo que quiero, siempre abierta a que las cosas no dependen totalmente de ti, pero confío mucho en mi trabajo, cosa que antes quizás no hacía. Encaminándome a las decisiones que yo misma quiero tomar.

¿Qué querías ser de pequeña? Yo de pequeña decía que quería ser fotógrafa de comida para poder comérmela después. Y los libros siempre han sido algo que me ha acompañado mucho, sobre todo de niña, ahora de mayor también, pero la nostalgia es un poco esa. Entonces yo creo que algo relacionado con la literatura también rondaba en mi cabeza.

Tantos años en el mundo de la moda, ¿has tenido alguna mala experiencia? Seguro que sí, pero al final se olvidan. Yo creo que, de alguna manera, a no ser que sea algo supertraumático, la intención es que eso se olvide y quedarte con lo bueno. Horas de frío y de esperas agotadoras ha habido muchas. A la larga yo creo que aprendes de todas esas cosas, ¿no? En general, se aprende más cuando se sufre que cuando se está bien.

Y un bonito recuerdo que tengas. Es un recuerdo recurrente que he contado en muchas ocasiones. Fue durante el fitting de un desfile que hice en París. Son pruebas que duran mucho tiempo y te llaman a cualquier hora por si hay que probarte, y hubo un momento en el que me estaban probando diferentes looks y me pusieron por encima un vestido que sólo tenía hecha la parte delantera y llamaron a las costureras que vinieron a terminar la parte de atrás. Yo creo que ese es uno de los momentos más bonitos.

Eres bastante activa en redes sociales, ¿qué te parecen? Como todo, tienen su lado bueno y su lado malo. Yo lo aprovecho un montón para ponerme en contacto con artistas que me gustan. Soy una persona más tímida en las distancias cortas y, de repente, por redes sociales no tengo tanto miedo a decirle a un artista que me gusta “me encanta tu trabajo, te puedo visitar en el estudio”, y quizás, si un día estoy tomando un café, no me atrevería a decirle nada. Me parece que las redes funcionan porque te ponen en contacto con gente muy interesante y además te abren puertas.

¿Y los filtros que se utilizan en ellas? Eso es horrible. Da la sensación de que todo el mundo de repente parece que se ha pinchado bótox. Estoy bastante en contra de todo esto, me aterroriza. Yo soy de una generación, pero pienso en la generación que tiene ahora 18 años, y hay personas que no se imaginan sin ese filtro, está todo el rato la pantalla de por medio.

Me parece una locura, quiero tener esperanza en lo que viene, pero creo que hay que cambiar la filosofía en cuanto a la estética. Dejar de estar tan despistados con lo que está fuera y centrarnos en lo que a mí me parece importante, lo que está dentro.