Barcelona
Mónica Naranjo: «Creo más en el drenaje linfático que en las cremas»
Soy fan suya hasta la médula. La que más me gusta en el mundo con diferencia es ella. Hasta en el mechón rubio de los comienzos coincidimos. Tenemos mucho en común, un hijo y momentos vitales que hemos vivido de forma paralela. Y es que las mujeres de carácter somos así, tenemos una hipersensibilidad que nos acompaña siempre. Su voz es un lujo. Recuerdo en unos Premios Amigo en el Palacio de los Deportes que se marcó una canción a capela y su voz no era de esta tierra. A mí me enamoró. A sus 40 años, Mónica es una caja de sorpresas... y vamos a descubrirla.
–Me alegro mucho que hayas remontado de esta manera tan bonita...
–Sí, pero de forma muy tranquila, porque hago música y la música hay que disfrutarla, por eso cuando se convierte en una obligación y una esclavitud hay que parar.
–La evolución de tu imagen ha sido muy sorprendente...
–El pelo de los dos colores sí que se estudió. Fue una imagen creada para llamar la atención y fíjate si la gente se acordaba de la artista. Después fueron tantos años esclavizada a los dos colores que me dejé llevar y pensé, me voy a sentir bien con una melena azabache y me lo teñí de negro. Que me lo dejo largo, que me lo dejo corto, que me lo rapo al cero... Yo creo que es como uno se sienta por dentro. Ahora estoy en un momento más de moño y con mi color castaño natural.
–Tienes un cuello de cisne, largo, que hace que este peinado te favorezca mucho...
–Ten en cuenta que cuando te haces un moño o un recogido el cuello se estiliza aún más. Yo siempre recomiendo a las personas bajitas que se recojan el pelo para parecer más altas.
–¿Cómo te cuidas, Mónica?
–Lo que más me cuido es la cabeza, porque puede ser muy traidora. Es complicado porque soy muy activa e inquieta, siempre tengo cosas pendientes y muchas ilusiones, pero bueno, intento tenerla siempre ordenada. También hago ejercicio a diario, llueva o truene. Fondo, gimnasio, pilates, lo que toque ese día. Para un cantante yo creo que es algo obligatorio porque, si no tienes ese fondo, no aguantas las dos horas encima de un escenario.
–De todas formas tú tienes muy buena genética, no eres de engordar...
–Aun así hay que cuidarse, porque hace unos años cogías algo de peso y con quedarte dos noches sin cenar, te recuperabas, y ahora no.
–Me acuerdo mucho de ese maravilloso momento de «Sobreviviré» y, luego, desapareciste...
–Fue lo mejor que hice.
–Pero ¿qué te llevó a dejarlo todo?
–Cuando eres joven tienes mucha energía, pero cuando van pasando los años y todo es lo mismo, estás ahí arriba y no tienes tiempo para nada. La situación era que yo estaba sola y pensaba que no podía realizarme como madre ni como mujer. Entonces al final salté del barco contra todo pronóstico e hice lo mejor que podía hacer. Además aprendí a vivir, que no sabía. Me retiré, empecé a vivir, a conocer gente, a cocinar, a leer todos esos libros que tenía pendientes, a ver las películas que me había perdido...
–Ahora sí eres madre...
–Sí, tengo un hijo.
–¿Y cómo te desenvuelves en ese rol?
–Pues como todas, trabajando dentro y fuera de casa. Mi hijo tiene ahora 21 años y ya no necesita mis cuidados, necesita una novia (risas). Siempre ha sido un chaval muy independiente. Es lo mejor, tener los hijos cuando se es joven, fíjate lo poquito que nos llevamos. Él cuida mucho de mí, es un chico generoso, ordenado, juicioso... estoy muy orgullosa.
–¿Y tener otro hijo?
–Ahora un embarazo sería complicado, pero si llega, tiraría para delante, por supuesto.
–¿Estás a favor de la cirugía?
–Completamente, siempre. Ahora llevo muchos años sin pasar por el quirófano. El pecho me lo hice con 21, con Jorge Planas que, para mí el mejor cirujano plástico de España.
–¿No te creaba trauma el quirófano?
–No, tenía incertidumbre, inseguridad, miedo... Lo que sí recuerdo como un trauma fue el post operatorio: ¡horroroso!
–Y si ahora te hicieses algo, ¿qué te retocarías?
–No me haría nada porque el tema de las cirugías puedes ahorrártelas si te cuidas bien de forma estética. Mira, tengo una doctora aquí en Barcelona, Natalia Ribé, que es fantástica, y es la encargada de cuidar mi cuerpo, mi imagen, mi piel... Me trata con unas infiltraciones de ácido hialurónico, después con colágeno, vitaminas, rehidratación, después una máquina que se llama Venus para tonificar... Los cuidados de la piel los llevo a rajatabla.
–¿Y esos dientes tan bonitos?
–La sonrisa me viene de fábrica, me hicieron con mucho amor.
–¿Y los cuidas de alguna forma especial?
–Sí, para mí la higiene bucal es muy importante.
–¿Y las cejas?
–Me las tengo que depilar yo, soy muy maniática y no soporto que me las toquen. Me las hago yo misma, más pequeñas, más finas más largas... me gusta marcarme las cejas.
–El pelo, ¿cómo te lo cuidas?
–Con Schwarzkopf, que es lo que mejor me va. Sus aceites, sus sérum, sus champús, las mascarillas... son lo más. Tengo un melenón divino y sanísimo.
–¿Y de celulitis cómo andas?
–Ay, amiga, pues como todas. Hago mucho ejercicio, evitando grasas saturadas, los carbohidratos... Suelo darme masajes y tengo una máquina en casa con la que me dreno bastante. Creo más en el drenaje linfático que en las cremas. A lo mejor, en verano, si veo alguna zona más rebelde puedo ayudar con alguna cremita.
–Y otras máquinas como el Thermage o Vela Shape, ¿las has probado?
–No, me he hecho el Tratamiento Venus, que me parece fantástico para cara, cuerpo, pecho, piernas... me lo hago una vez cada dos meses, siempre que puedo la verdad.
–¿Qué zapatos te gustan?
–El tacón fino, siempre, porque estiliza. Pero para un concierto, uno de 10 cm, no más. Luego, en el día a día no llevo tacón, prefiero las cuñas.
–¿Tu horma de zapato favorito?
–Gucci, con diferencia. Creo que es el zapato más cómodo que existe en el mercado.