Calzado
A los pies de Stuart Weitzman
La Embajada de EEUU homenajea al diseñador, que lleva 40 años fabricando sus zapatos en Alicante, donde da trabajo a 3.000 personas. Su fundación va a invertir en preservar las cuevas de Altamira
La Embajada de EEUU homenajea al diseñador, que lleva 40 años fabricando sus zapatos en Alicante, donde da trabajo a 3.000 personas. Su fundación va a invertir en preservar las cuevas de Altamira
Lo primero que hará la fundación Stuart Weitzman, que acaba de crear el zapatero norteamericano, es preservar las cuevas prehistóricas de Cantabria. El proyecto lo anunciará en septiembre de este año, pero LA RAZÓN lo adelanta: «Voy a ayudar a las cuevas de Altamira. Su Gobierno no da nada y mi fundación facilitará los recursos para preservarlas porque recientemente se han descubierto más y más grandes. ¿Qué voy a hacer con mi dinero, me lo voy a llevar en una caja?».
Stuart Weitzman obedece a la fotógrafa que le pide que se recueste en la cama y que se siente con uno de sus zapatos en la mano. Acostumbrado a las producciones de moda no discute, pero es terminar de posar, encender la grabadora y me suelta de sopetón sin haber abierto la espita de las preguntas: «Hablamos de moda, de mujeres y de zapatos, pero no de Donald Trump». Así que, empezamos hablando de la política de aquí y de la de allí: «Dos terceras partes de la población norteamericana no quiere votar a ninguno de los dos candidatos. Siempre ha habido un candidato con carisma y honradez. Hillary va a ganar porque el otro es tonto, pero también este sistema que tienen ustedes aquí con tantos partidos es difícil que funcione». Escuchar a este zapatero norteamericano, que calza a las mujeres más famosas del panorama internacional con sus zapatos prodigiosos, fabricados íntegramente en sus once fábricas alicantinas, donde da trabajo a 3.000 personas, es aprender.
Él dice que vive igual ahora que como lo hacía hace cuarenta años. Parece austero, aunque a veces se dé el capricho de pagar una fortuna por un sello de correos, vivir seis meses al año en España y el resto en Estados Unidos o tener 200 pares de zapatos y su mujer, 500. Claro que, justificados por ser zapatero. «Los de mi esposa tienen memoria, no tira ninguno, así que de vez en cuando voy a su armario y repito algún modelo».
Lo primero que hace Stuart Weitzman cuando llega a Petrer, en Alicante, es comerse un arroz a banda en La Sirena. Luego, disfruta de España: «Creo que los españoles no aprecian su país todo lo que debieran. Cuando llegué aquí, Franco se estaba muriendo, aunque tardó seis años en hacerlo. Era un país cerrado, pero ustedes tienen ahora la mejor comida del mundo, han conquistado a Francia, tienen el mejor arte y al número uno de la moda, Zara. España es maravillosa. Sus políticos son horribles, pero la gente es fantástica. Amo España».
Stuart Weitzman va más allá: igual que los latinos en Norteamérica dicen que hablan espanglish, el zapatero, que diseña 1.000 pares al año para luego fabricar 200, dice que lo suyo es espanyiddis porque ama España y es judío, pero no sefardita, como su esposa, que aún conserva la llave de su casa en Lérida, de la que su familia fue expulsada hace quinientos años: «En 1992 se celebraban los 500 años del descubrimiento de América y también la expulsión de los judíos de España. Yo ayudé al Rey Juan Carlos a que forzase a promulgar la ley del regreso de los sefarditas y ya han vuelvo más de 30.000». Desde Petrer, Alcoy, Elda o Elche salen millones de zapatos españoles para pisar el mundo con el sello Stuart Weitzman. Un zapatero que a estas alturas se pone el mundo por montera. Hace un año vendía su empresa a la firma Coach: «Lo hice porque tengo dos hijas y no quieren heredar el negocio, así que tenía que ponerlo en una compañía fuerte y como hacen bolsos, no me molestan. Es más, yo les haré zapatos en Alicante».
Lo primero que hizo Weitzman al verme fue bajar la mirada hacia mis pies. Deformación profesional. «Lo primero que me fijo en una mujer en su calzado y me formo una opinión sobre ella. Una mujer tiene docenas de zapatos, un hombre sólo cinco. Vuestro calzado lo usáis como extensión de vuestra personalidad y como invitación a conoceros. Voy a decir algo que mi mujer no sabe. Cuando tenía 16 años me atraía una compañera que sacaba mejores notas en matemáticas que yo, la invité a salir y cuando abrí la puerta ví unos salones rojos con tacón de aguja e inmediatamente pensé “qué noche”, ella me estaba hablando con sus zapatos y nos hicimos novios». Ahora que su mujer ha leído esta historia inédita familiar, decir también que al señor Weitzman Podemos le preocupa: «Aunque no conozco a fondo sus ideas, el populismo es la verdadera razón de ser de un líder como Trump. Él sólo dice que hará a Estados Unidos grande, pero no da ni una idea de cómo lo hará. Yo cogería a Amancio Ortega, a Bill Gates y a Buffett y los pondría en el Gobierno porque si coges a un profesor como Zapatero, que no sabe lo que es luchar por una empresa como Ortega, le falta conciencia de la realidad. Los países ahora son como un negocio y así hay que dirigirlos. Durante el periodo Zapatero, España cambió mucho, era todo lo quiero, todo es para mí y no pienso en el país; eso fue malo. Tiene que aparecer un Kennedy o un Suárez». Ante esta defensa y su apoyo a la Marca España, me sorprende que aún no haya sido galardonado con el Princesa de Asturias. «¿Qué es eso?» Unos premios. «No, no, yo no busco eso, no busco nada, me gusta ser Hijo Predilecto de Alicante porque me lo dieron los obreros». Y aunque su esposa se disguste, me confesó en broma que le pediría a todas sus celebrities matrimonio. «Todas me inspiran, pero Gisele Bündcheny Angelina Jolie son perfectas».
Invitadas de altura
En 41 años Weitzman no había recibido ninguna recepción en la embajada de su país, ni tampoco por parte del Gobierno español, a pesar de hacer más por la Marca España que algunos que forman parte de ese organismo. El embajador James Costos subsanó la «descortesía» y aunque a Weitzman no le importen los reconocimientos, los agradece. Alejandra Silva, Andrea Pascual, embarazadísima, Leonor Watling, Antonia San Juan, Nuria March, Mar Saura y Ana Fernández, entre otros, disfrutaron de la compañía y del sushi vegetariano del chef de la embajada.
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