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Albert Rivera, el pelo de un líder

El líder de Ciudadanos se ha hecho un tratamiento capilar para ganar el cabello que estaba perdiendo, algo que los asesores de imagen creen que reafirma su confianza en sí mismo y el sello de su partido: la juventud

Albert Rivera, líder de Ciudadanos / Alberto R. Roldán
Albert Rivera, líder de Ciudadanos / Alberto R. Roldánlarazon

El líder de Ciudadanos se ha hecho un tratamiento capilar para ganar el cabello que estaba perdiendo, algo que los asesores de imagen creen que reafirma su confianza en sí mismo y el sello de su partido: la juventud.

Sólo nos importan las personas. Nos importas tú». Con este eslogan y un Albert Rivera completamente desnudo se presentaba en 2006 un nuevo partido: Ciudadanos. ¿Su intención? Mostrar a los votantes catalanes que la nueva agrupación «no tenía complejos». Así es como lo explicaba un joven de 27 años licenciado en Derecho y que apenas era conocido en la política catalana. Hoy, casi 12 después, Albert Rivera parece que le pisa los talones al partido en el Gobierno y, según la última encuesta del CIS, superaría al PSOE en intención de voto. Además de su importante avance político, el líder de la agrupación naranja también ha modificado su aspecto físico. Y para bien.

«Es evidente que su imagen ha cambiado. Salió desnudo para llamar la atención; era un campeón de natación, un hombre joven y con un cuerpo muy bien trabajado. Las virtudes del atractivo físico y su capacidad oratoria siguen siendo sus puntos fuertes», explica a LA RAZÓN la «coach» en imagen personal y corporativa de Josep Pons, Ayrin Pons.

«Su imagen –prosigue– ha sido siempre elegante y conservadora. También se nota un factor diferencial en la zona frontal, que está muy bien trabajada. Parecía que en su anterior estilo le faltaba cabello en la parte delantera, mientras que actualmente vemos que ha controlado esta carencia», confiesa la especialista.

¿Esta búsqueda de mejorar nuestra imagen física puede estar relacionada con una falta de autoestima? La autoestima, aunque no depende exclusivamente de la imagen, está intrínsecamente relacionada con ella. Y es que, como explica Pons, «a los dos años ya relacionamos nuestra imagen con quién somos. A lo largo de la adolescencia y en la edad adulta hemos ido recibiendo etiquetas sobre la misma. Si el “feedback’’ de nuestro entorno inmediato fue bueno y ha ido encajando con los cánones de belleza, habrá contribuido de forma positiva sobre nuestra forma de percibirnos».

El pelo, sobre todo entre los hombres, que son los que más sufren su caída, puede llevar a una pérdida de confianza. «Es fundamental encontrarnos cómodos y, especialmente, con los signos que nos identifican», explica María Jesús Álava Reyes, psicóloga y autora de «La inutilidad del sufrimiento» (Esfera de los Libros), con el que trata de explicar lo importante que es la seguridad en uno mismo. «El principal problema que le ha podido surgir a Rivera es que le ha ocurrido algo que no puede controlar. Nos hacemos mayores y eso no hay manera de frenarlo, como la caída del cabello». Eso sí, ella insiste en que «si se ha hecho algún tratamiento capilar, no significa que haya perdido seguridad en sí mismo, sino que busca sentirse más cómodo con su imagen. Sabe que está expuesto a la opinión pública y que debe cuidarla».

La consultora en imagen personal Silvia Foz aporta un dato más: «No solo ha podido optar por un tratamiento para ganar cantidad, sino que ha cambiado su peinado para adecuarse al momento actual, a sus rivales políticos. Ahora lo lleva más ahuecado y eso crea una sensación de más seguridad y rigurosidad». E insiste: «El tener que parecer siempre joven puede terminar siendo una losa para él». Y pone un ejemplo: «A Felipe González, en su momento, le tuvieron que “pintar’’ canas para dar más sensación de madurez». Sin embargo, Álava Reyes opina de forma contraria: «En una persona cuyo valor principal es la juventud, la caída de pelo resulta un problema, sus votantes lo pueden percibir como un declive». Y va más allá: «Que Rivera y su partido perdieran ese aire de juventud que atrae sobre todo a los jóvenes, sería similar a que Pablo Iglesias se cortara la coleta. Se vería como un cambio de valores, como un rechazo de la rebeldía que significa Podemos».

Más allá de las consecuencias políticas que pudiera tener que Rivera posea más o menos entradas, la realidad es que «mi experiencia me ha demostrado que la pérdida de cabello entre el público masculino afecta de forma importante a su bienestar personal. No es de extrañar. Los cánones de belleza masculinos determinan que un hombre debe tener una densa mata de cabello, hombros anchos, tipo Arnold Schwazenegger, tren inferior reducido y facciones angulosas», sostiene Pons.

Alrededor de 10.000 españoles viajan cada año a Estambul para someterse a tratamientos capilares a precios tan bajos como los 1.000 o 2.000 euros. En nuestro país, la intervención cuesta cerca de 8.000. Jesús Feria, por ejemplo, viajó hasta allí en noviembre por recomendación de un amigo y asegura que se alojó en un hotel junto con un grupo, en su mayoría españoles, que viajaron para la misma intervención. Aunque entonces no veía la caída de su pelo como urgente, afirma que «ahora sé que mereció la pena, me veo mejor. Me siento como El Puma». Eso sí, tuvo que esperar un par de meses para que le saliera el cabello nuevo y, mientras tanto, asegura que se notaba que se había hecho injertos porque la piel se veía roja.