Gastronomía
Iago Castrillón vs. Carito Lourenço: Una rival con una sola mesa
Si Iago Castillón diseña una cocina en la que cada estación es la protagonista con la idea de obtener el máximo sabor de cada ingrediente, Carito Lourenço ha hecho de Fierro un lugar muy auténtico en el que prima el producto y el contacto directo con el cliente
Cocinar ante los ojos del comensal es el objetivo de Carito Lourenço. Su propuesta es personalizada frente a la artesanal de Iago Castrillón, quien, gracias a seguir a rajatabla cada estación, logra una culinaria reconocible plena de sabor.
Cocinar ante los ojos del comensal es el objetivo de Carito Lourenço. Su propuesta es personalizada frente a la artesanal de Iago Castrillón, quien, gracias a seguir a rajatabla cada estación, logra una culinaria reconocible plena de sabor. Ambas evolucionan en Valencia. La cocinera de Fierro traslada a sus recetas las lecciones de Quique Dacosta, recibidas tanto en su tres estrellas Michelin, en Denia, como en El Poblet y en Vuelve Carolina, en la ciudad del Turia. Por su parte, tanto Castrillón como su socio en 2 Estaciones, Alberto Alonso, fueron alumnos de Ricard Camarena. El mejor gancho de su adversaria es contar con una única mesa en el establecimiento. Su deseo es que los comensales saboreen la frescura de sus elaboraciones y su manera de entender la gastronomía. Es la misión principal de la pareja porque ella, una apasionada de la cocina dulce, no está sola ante el «peligro», ya que comparte la satisfacción del trabajo bien hecho y la tensión que genera hacer felices a los clientes con Germán Carrizo. Poder hacer lo que les da la gana entre fogones les hace subir el marcador.
También, bombardear a su rival con ingredientes de cercanía a los que aplica técnicas tanto españolas como argentinas, país de origen de ambos, que se preocupa en buscar cada semana entre cuatro y cinco ingredientes nuevos. Ofrecer recetas inéditas es un reto porque comerlas es lo que busca el amante de la buena mesa. Los tomates, los espárragos, la calabaza, el cacau del collaret, el tirabeque y el melón cantalup se hacen fuertes en las trincheras acompañados de cortes de carne ibérica Cinco Jotas y pescados como el atún y la caballa. Es en su refugio donde se dispone a retar a su rival. Con un manjar dulce entre manos se ve ganadora. Por eso, le sorprende con un postre con base de arroz marinado en sake, en definitiva, un arroz con leche de toques japoneses que realiza con técnicas niponas. Asimismo, le lanza un órdago con algunos platos que esconden un vino de Jerez como uno de sus ingredientes irreemplazables. Toma una posición privilegiada la carne de presa ibérica y emulsión con anguila ahumada y vino de Jerez. Su valioso ejército lo forman cuatro soldados, entre ellos, la sumiller Eva Pizarro.
En la retaguardia, Castrillón estudia los productos con los que desea contar en la contienda. Se queda con el capellán, el pulpo seco, el bonito, la merluza, las sardinas, la pescadilla, la caballa y, por supuesto, las clóchinas, que forman parte de unos fenols y naps con nabos confitados, pies de cerdo y curry, un sutil mar y montaña que se convierte en uno de los platos ganadores. Limpiar los tesoros del Mediterráneo, racionarlos y hacerlos porciones, junto a la elaboración del pan, la misión del cocinero en cuanto pone un pie en su casa. Los jugos y los guisos entonan el chup chup horas previas al servicio. Elabora uno de ternera al ser básico en el plato del repollo asado con guiso de sepia y molleja de ternera. La constancia es un ingrediente que guarda en la nevera para tener siempre a mano junto a unos cuchillos, una tabla y unas ollas para guisar. Estos son los utensilios de los que se rodea en el terreno de batalla, adonde traslada una envasadora y la pacojet. Con estos aparatos ya está listo el cocinero, cuya arma secreta no es otra que el trabajo. Mira a los ojos a Carito, gran apasionada de la cocina dulce. Por eso, en este juego gastronómico decide retarla con un postre de verano goloso y fresco, un helado de jengibre con bizcocho de zanahoria al vapor y una sopita de naranja con aceite de oliva virgen extra y mango. Como cocinera luchadora que es, le atrae su constancia y el riesgo que digiere a diario al apostar por un restaurante con una sola mesa. Su fuerte son los dulces, por eso le desafía con un bizcocho de chocolate con crema de café y mascarpone.
Si Iago recibe a sus clientes con un pesto de avellana con albahaca, tomatitos y ceviche de boquerón, Carito lo hace con una tartaleta de champiñones y trufa y con una empanada mendocina. El bonito con pil pil de pepino del cocinero de 2 Estaciones compite con la trilogía de sepia de la argentina, en la que destaca el guiso de sus huevas con garbanzos. Con la sepia, Iago prepara un mar y montaña con repollo y molleja, que avanza por el terreno con las fabas con sardinas. A su misma altura está el pato con chutney de fresas, remolacha y cebolla dulce y las quisquillas de Santa Pola con sopa de Melón Cantalup de la responsable de Fierro.
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