Moda
De los Andes al toque canalla
Puesta de largo de Leandro Cano en Cibeles en un día marcado por la calidad de Etxeberría, Teresa Helbig e Ion Fiz.
El domingo comenzó con la ilusión de un diseñador, Leandro Cano, que poblaba el «cibelespacio» a la espera de su momento. Ayer le llegó por fin su puesta de largo en la pasarela de MBFWM con arpilleras dibujadas por Carlos Buendía como si fuera un jardín de su primer verano. Del debut de un joven diseñador pasamos a disfrutar la consagración de Etxeberria, a quien un viaje a Perú le enseñó el camino hacia su propio Machupichu. La influencia de su viaje se percibe incluso en los tejidos. Etxeberria emplea el «seersuker», un algodón fruncido que él, como ha estado en Los Andes, es capaz de explicar gráficamente: «Es una tela que recuerda a la unión de pirámides invertidas» y que en muchos casos se usa para elaborar albornoces y toallas.
Ropa unisex
Con esa tela como base crea ropa unisex. Lo mismo construye un pantalón con falda troquelada superpuesta, como abrigos de entretiempo con mezcla de estampados de la misma tela, igual que un «patchwork». Curiosamente, Etxeberría, que ha destacado siempre por utilizar las pieles más increíbles y sorprendentes para hacer costura, en esta colección la única que hemos visto ha sido la de los mocasines que le fabrican en Italia, excepto las sandalias de rafia y piel, que las producen en Mallorca.
Ver un desfile de Teresa Helbig es inyectarse una dosis de felicidad. Básicamente, como Etxeberría, Helbig pasa de tendencias. La suya es soñar una colección desde un punto de partida. En esta ocasión pensó cómo serían los ropajes de las damas si pudieran incorporar el movimiento «chinoiserie», que lo petó en el siglo XVII, a su vestuario. Decide metamorfosear los jarrones chinos, las porcelanas y los dragones con la ayuda de un tatuador profesional, llamado Gabriel, al que le dice que le tatúe esos motivos en las napas, que previamente han rebajado para dotarlas de movimiento, como si fueran sedas. Una semana de trabajo a mano alzada sobre cada vestido y el resultado lo puedes poner en tu salón como una obra de arte, después de haberlo llevado a la ópera y recoger todas las miradas de admiración. Los tules los cubre de bordados, perlas y blondas y cierra las espaldas con unas cremalleras gigantes «porque lo canalla está en mi ADN». Así es su ropa: ultrafemenina, minuciosa, elegante e impecable pero con un toque canalla. También en su código genético está la experimentación y esa la lleva a crear la manga «calamar», que es como una tira larga que sale del hombro. El traje con el que cierra su trabajo Chinoiserie, que pesa tres kilos, ha ocupado más de un mes a una bordadora porque todo lo que lleva la etiqueta Teresa Helbig se cose a mano por su equipo en su casa de costura de Barcelona. La colección de Ion Fiz es un «Presage» de lo que ocurrirá el 5 de octubre en Paris, cuando por ese barrio del Marais salgan las modelos en lencería, que hemos visto en Cibeles en primicia, con pieles irisadas, faldas voluminosas, aplicaciones de plumas en las cinturas, mucha transparencia, tules rígidos, vestidos cortos de coctel marcando figura y sueltos años veinte, destellos de lurex y etc. A mi lado una cronista lo definía como una colección bazar porque todo lo que quieras lo tiene el Ion Fiz de la primavera-verano 2016.
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