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Este mercado es una joya

Las ventas por internet o las joyas tecnológicas son el penúltimo movimiento que ha llegado a un mercado antes tan tradicional como la joyería. Renovarse o morir... La vanidad se reinventa

Este mercado es una joya
Este mercado es una joyalarazon

Las ventas por internet o las joyas tecnológicas son el penúltimo movimiento que ha llegado a un mercado antes tan tradicional como la joyería. Renovarse o morir... La vanidad se reinventa.

Tan antiguo como el mundo. Así son las joyas, el oro, la plata o las piedras preciosas. Símbolo de poder... y de libertad. A través de la historia, los países han acumulado riquezas a la par que su poderío militar o económico se desarrollaba. Hoy en día –como antes–, el oro es un valor refugio ante las crisis y los vaivenes de una economía difícil de predecir. A otro nivel, las personas han acumulado esas mismas riquezas de oro y plata para lograr una cierta independencia.

A la par, desde hace miles de años se ha desarrollado la industria de la joyería, en la que España tiene una presencia relevante de la mano del diseño y la fabricación de todo tipo de joyas muy demandadas internacionalmente.

El mercado minorista de joyería y relojería facturó en nuestro país 1.750 millones de euros en 2018, un 2,6% más que en el ejercicio anterior. Un mercado que se mantiene pese al gusto por nuevas formas de «riqueza»: aparatos tecnológicos, viajes o experiencias gastronómicas han llegado para competir con la joyería en los gustos y deseos de los posibles clientes. Atrás quedan las compras a plazos, algunas de ellas durante años, de joyas que iban a pasarse de madres a hijas. Eso ha quedado como algo de otra época. A muy pocos se les pasa por la cabeza estar dos años pagando la cuota de una pulsera labrada en oro puro.

Al menos en España, incluso en Europa. Otra cosa es en el resto del mundo: allí, en China, la India o el mundo árabe, tener oro y joyas es una salvaguarda para los malos tiempos o un divorcio en países donde las mujeres no gozan de igualdad con los varones.

Especial mención merece la demanda global de joyas con diamantes, que ha alcanzado en 2017 los 80.000 millones de euros, con un aumento del 2% respecto al año anterior y que viene liderado por los dos grandes consumidores, EE.UU y China. Para ellos, sabedores de los sinsabores y altibajos de una economía en la que son principales protagonistas, no quieren que una crisis les alcance con el paso cambiado. Por eso compran joyas. ¿Ejemplo a imitar?