Enrique Miguel Rodríguez

Córdoba, romana y mora

La Razón
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A pesar de la lluvia, estar un par de días en Córdoba es siempre un inmenso placer para los sentidos: paseo tópico pero indispensable por el casco histórico; esa especie de vuelta al ruedo por las murallas de la Mezquita con ese mundo abigarrado de turistas, en el que destacan los ciudadanos del imperio nipón; asomarse al Puente Romano, por el que discurre un crecido, embravecido Guadalquivir con un caudal con más de 1.800 metros cúbicos por segundo. Estos puentes romanos lo resisten todo. Comentaba con Carlos Herrera en su programa, que la deslumbrante cultura árabe , ha oscurecido, como pasa en Sevilla, el glorioso pasado romano. Siempre conviene recordar que cuando Córdoba ya tenía alumbrado y alcantarillado público, Londres era un villorrio y Madrid no existía, con ese fastuoso pasado la historia se te aparece por cualquier esquina. Así me paso hasta llegar al Alcázar de los Reyes Cristianos, en su salón de los mosaicos, espacio magnífico donde resplandece Roma. En este marco los encuentros de LA RAZÓN tenían como invitados a Fernando Sánchez Dragó y a su hija Ayanta Barili, para presentar su libro «Pacto de sangre. Vidas cruzadas». Un público entusiasta esperaba al brillante autor, no defraudó, una hora de entrada, donde estuvo arrollador, provocador, lúcido, escandalizador, para rematar la faena con una vuelta conservadora sobre la necesidad absoluta de la familia, sin la que es imposible vivir feliz. Eso sí, aunque sea como la suya, con 4 hijos que van de los 54 años a los 3 meses, de distintas madres, con distintas nacionalidades. Confesó que aparte del menudeo, ha tenido 7 esposas, y que ha sido un marido estupendo y fiel, salvo en la cuestión sexual. Ayanta explicó cómo se decidió a compartir libro. No se ha dejado ningún zapito dentro, en la peculiar relación con su padre, pero en ningún momento destila rencor, al contrario, gran cariño y admiración. El público, después de dos horas de charla, aplaudió encantado. La cola para la firma del libro, interminable. Ana Tamayo, teniente de alcalde del Ayuntamiento, y Raúl Ramos, jefe del Gabinete de prensa, nos llevaron paseando a la taberna de la Viuda, restaurante emblemático de la cocina cordobesa, donde disfrutamos de una estupenda cena. La tertulia posterior fue interminable. Encantado de la vida, y con el trabajo cumplido me retiré callejeando por una solitaria, fascinante y amada Córdoba.