Elecciones andaluzas
Cuatro años en busca de estabilidad
Desde la repentina marcha de Manuel Chaves al Gobierno de Zapatero en abril de 2009, han pasado más de cuatro años y dos legislaturas en las que la inestabilidad se ha asentado en el Gobierno de la Junta. La acción del Ejecutivo andaluz se ha caracterizado en este tiempo por la incertidumbre y la provisionalidad. El escaso margen que otorga la actual crisis económica ha hecho que la sensación de interinidad se refuerce porque se han aparcado los grandes proyectos. El tren del Ejecutivo andaluz anda a impulsos y sólo parece que busca ya una nueva parada, que coincida con el cambio de protagonistas en la política andaluza y con el regate definitivo a la crisis que permita retomar la senda del crecimiento y la esperanza.
La herencia de Chaves
Los grandes casos de corrupción como los ERE, Invercaria o Bahía Competitiva se gestaron con Manuel Chaves en la presidencia del Gobierno y han explotado bajo la responsabilidad de Griñán. El presidente de la Junta recibió una herencia «envenenada» para muchos que se agravó con la judicialización de estos casos. El jefe del Ejecutivo andaluz ha tenido que hacer ejercicios de equilibrismo para seguir ofreciendo la imagen de que su Administración ha sido proactiva y colaboradora con la justicia, mientras trataba de defender la acción de los anteriores Ejecutivos de los que él formó parte. Todos estos casos se encuentran en fase de instrucción y, por tanto, tienen aún recorrido. Hasta que no se juzguen, la sombra de la duda estará presente.
El control del PSOE-A
La cohabitación entre Griñán y Chaves fue pésima. No hubo bicefalia, sino directamente dos bandos que continúan una guerra soterrada hasta hoy. Los actuales críticos se nutren de las bases chavistas que nunca han entendido la «deslealtad» de Griñán al que entienden que se le otorgó todo el poder en un acto de generosidad del ex presidente que no ha sido correspondido. El último episodio se vivió en el XII Congreso de Almería en el que la actual Ejecutiva regional del PSOE-A fue elegida por el 65,8 por ciento de los votos, es decir, sin el respaldo de un tercio .
El bipartito
La derrota electoral de Griñán en marzo de 2012 fue su acierto más destacado. Separar las elecciones autonómicas de las generales le permitió conservar el poder de la Junta con un pacto con IU que formalmente va bien, pero que no se ha traducido en un impulso legislativo. Los decretos contra la exclusión y el de la función social de la vivienda –recurrido ahora por el Gobierno– son un escaso bagaje para el primer año del bipartito. Las tensiones por las estrecheces presupuestarias se han mitigado culpando a Rajoy, pero el margen se agota. En la primera legislatura, Griñán tuvo dos Gobiernos –el primero, en 2009 y el segundo en 2010–; en ésta, uno bicolor que no ha alcanzado la estabilidad.
La renuncia
Aunque Griñán sólo ha anunciado que no concurrirá a las próximas elecciones, en la práctica su paso atrás tendrá consecuencias. Queda la incógnita permanente de cuándo convocará elecciones. El PSOE-A ha alimentado esa incertidumbre advirtiendo de que «hay que estar preparados para cualquier eventualidad». La más previsible: que el presidente convoque elecciones anticipadas en el momento que más le convenga al socialismo andaluz.
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