Lebrija

Diego Carrasco: «El soniquete es el compás del reloj de tu corazón»

El gurú del flamenco celebra medio siglo de arte puro

Sevilla 27-10-2017 Entrevista al musico Diego Carrasco Foto: Manuel Olmedo
Sevilla 27-10-2017 Entrevista al musico Diego Carrasco Foto: Manuel Olmedolarazon

El gurú del flamenco celebra medio siglo de arte puro

Hay genios que sólo lo son unas pocas horas al día e incluso al mes. El resto del tiempo se comportan como personas normales que trabajan, compran el pan, sueñan con que llegue el fin de semana y así se pasan la vida. Entre una y otra genialidad, lagunas de monotonía. Diego Carrasco (Jerez de la Frontera, 1954) habita en el espacio singular de la creación a jornada completa, algo habitual en el barrio de Santiago, paraíso de una manera de estar en el mundo que el músico lleva a los escenarios desde hace 50 años. En 1967, The Beatles presentaron Sgt. Peppers y él debutó en la Fiesta de la Bulería. Medio siglo de arte que ahora celebra acompañado de sus amigos y familia con un disco, «No m’arrecojo», que deja claro que le queda mucha cuerda todavía.

–Después de 50 años de artista, ¿sabe quién es Diego Carrasco?

–Sí claro, cómo no. A este tío lo conozco yo no sé de qué pero lo conozco. Como digo yo en el disco, «aquí estoy para servirle». Lo conozco y me llevo bien con él.

–¿Y es como todo el mundo espera que sea?

–Creo que con Diego Carrasco no hay mucha duda, me gusta que me llamen por mi nombre y eso lo canto en uno de los temas del disco. Cuando uno está dentro de la música mucha gente tiene un sobrenombre pero Diego Carrasco es el que estáis viendo, el que os canta y el que lleva 50 años en la música. El humilde, el desenfadado y el amigo.

–Se lo digo porque los artistas siempre están en conflicto, incluso con uno mismo.

–En este caso no, puede estar seguro.

–Vamos, que se conoce bien.

–(Risas) Hombre, si no me conozco yo no sé quién me va a conocer, la verdad.

–¿Cómo han sido estos cincuenta años?

–Pues no han sido nada fáciles, pero lo que pasa es que al cabo de este tiempo me he dado cuenta de que tengo muchos regalos por parte de mi profesión. Es el reconocimiento de mis compañeros, de mis amigos, cosa que antes no se hacía. Sobre todo los medios de comunicación y los especialistas del mundo del flamenco. Así que ahora, me siento muy feliz.

–En el disco se nota que le quieren mucho.

–El primer sorprendido soy yo, porque está toda la Champions metida ahí.

–¿En el año 1967 qué tenía en la cabeza?

–Mucha ilusión, muchas ganas de jugármela. Estamos hablando de un tiempo en el que yo tenía como doce años, era un crío, pero en lugar de jugar al fútbol me ponía a tocar la guitarra, a hacer compás, a cantar con mis primos.

–Por ahí andaban niños que fueron verdaderas estrellas del flamenco.

–Eran y son. He tenido la suerte de ser de un barrio muy emblemático de Jerez, muy flamenco, de allí fíjate la cantidad de artistas que han salido.

–¿Santiago es su reino?

–Hombre, quién no se siente orgulloso de donde ha nacido, más en un lugar como ése, pero igual si lo hubiera hecho en San Miguel o en cualquier otro sitio. He salido de una familia muy flamenca, del vientre de mi madre que era Fernández pura y me siento muy orgulloso.

–Habrá vivido tantas cosas.

–Infinidad, tantos momentos grandes, únicos. Cincuenta años dan para mucho y estar con tanta gente del mundo de la música en general, no sólo del flamenco, es difícil, la verdad.

–¿De quién es más, de Dylan o de Luis de la Pica?

–Hombre, entre los dos hacen cosas únicas. He tenido la suerte de compartir, de vivir, de jugar con Luis de la Pica y luego escuchar los dos juntos a Bob Dylan. Le daba uno olés que le salían del corazón, no puedes hacer otra cosa ante un gran músico como ése.

–La última vez que le pregunté sobre el soniquete me dijo que sabía lo que era pero que no podía explicarlo. ¿Sabe ya qué es?

–Le sigo diciendo lo mismo. Es una palabra muy compleja, el soniquete es el compás del reloj de tu corazón. Sí Dios te ha dado un compás lo tienes que desarrollar, lo tienes que disfrutar y sentirte orgulloso de saberlo apreciar, de ver quién lo tiene, quién lo regala, quién lo muestra. Si ves a Matilde Coral cómo se levanta, cómo se muestra, con ese pellizco, y eso tú lo disfrutas es que tienes soniquete.

–Dorantes me dijo hace poco que hay que buscarle el lado bueno al ruido. ¿Está de acuerdo?

–¿No voy a estar de acuerdo? Y, además, en sus manos. Estoy muy feliz de mi sobrino porque está en el disco con una canción en la que interviene toda la familia de Lebrija, con su padre el tío Pedro cantando, José Valencia, Pedrito Peña, y un pianito que es una cajita de música. Él sí que hace del ruido de la música.

–¿Magia?

–Fíjate que el flamenco te quita todas las penas, te da alegría, si pudieran ponerlo en muchos sitios la gente se sentiría mucho mejor, es la música más sencilla, más sana.

–Estaría muy bien ponerlo en los aviones.

–Si pones una soleá antes de despegar seguro que la gente se olvida que está a punto de despegar.

–¿Qué música le pondría a España en este momento?

–El flamenco es rico por los cuatro costados, es rico de una manera especial y aglutina a gente de muchas sensibilidades, sin obligar a nadie. Si a ti te gusta Lole y Manuel o Camarón, con el tiempo vas escuchando progresivamente hasta que llega un momento en el que te gusta «Mojama» o Manuel Torre. Eso te lleva a la pureza, y eso es lo que hace falta. Habría que hacer eso, llegar a la serenidad y a la purez.

–¿Cómo se llevó con Calamaro en el estudio?

–Genial, que pedazo de experiencia, vaya «sorpresón» con el amigo cantando. Como músico es excepcional y como persona no sé ni cómo definirlo porque te da el corazón. Tiene un hermano músico, que soy yo, para toda la vida.