Cádiz

Dos almas y cinco corbetas

El PSOE se autodefine como un partido con dos almas, la revolucionaria de Largo Caballero y la institucional de Besteiro (por resumir), que en cada asunto pleitean en interna lid; e igual de socialista era el Felipe que, evocando a los gatos de Deng Xiaoping, cazaba ratones etarras con policías blancos y con mercenarios negros que ese ministro de Defensa católico, más jesuítico que santurrón, que dijo preferir que sus soldados «muriesen antes que matasen» en caso de ir a un conflicto. En el asunto de las cinco corbetas de Navantia, para colmo, no sólo colisiona el discurso de la buenista Robles con el interés de la pragmática Díaz, sino que en Podemos, el socio preferente del Gobierno de la Nación y la probable próxima muleta del gobierno de la región (nótese el uso nada accidental de la mayúscula), también luchan sin cuartel dos facciones irreconciliables: los anticapitalistas de Cádiz, a quienes la inminencia de elecciones ha convertido en súbitos devotos del petrodólar, son de repente fans de la industria militar, mientras que los burgueses de Madrid ven en el asunto un flanco débil por el que hostigar a Pedro Sánchez, que parece haberles madrugado definitivamente la hegemonía de la izquierda. Los trabajadores, mientras, anuncian movilizaciones porque está en su condición, como el escorpión que mató a la rana, ya que no existe ningún motivo para pensar que Arabia Saudí cancelará su pedido. Eso es lo que ocurre a día de hoy, que mañana ya se verá. Pero esta hosca pugnacidad preventiva no hace sino incidir en un tópico que incide, para muy mal, en la menguante carga de trabajo de los astilleros gaditanos: jamás dejan pasar la oportunidad de montar un cirio pseudo-revolucionario, haya o no razones para ello. Si yo tuviera que construir barcos, me los buscaba menos levantiscos.