Dos eventos extremados

Se anuncia en las radios el recién inaugurado Salón Internacional del Caballo de Pura Raza Española, vulgo Sicab, como «el tercer evento en importancia económica de la ciudad de Sevilla». Se entiende que después de la Semana Santa y la Feria, a las que no hay fuerza que destrone. Hace sólo un lustro, el acontecimiento chapoteaba en el barro de la crisis o, más bien, manoteaba con desesperación a la espera de un rescate que no llegó, debido a lo cual sus promotores hubieron de hacer encaje de bolillos para asegurarle la supervivencia. Sacan ahora pecho, con razón, por el éxito alcanzado a pulmón en el mismo recinto en el que trasanteayer galleaban los líderes de Vox, quienes tampoco han gozado de demasiado apoyo externo durante su eclosión, y uno no puede dejar de identificar a esa derecha revigorizada con el mundo rural y ganadero que se arrima a la cría de équidos. Recuerden: «Pura Raza Española», ¿quieren más concomitancias? Al mismo tiempo, la cinefilia hispalense se arracima en las salas donde, en el marco de un festival mimado desde su nacimiento por los poderes públicos, se proyectan películas europeas, que es básicamente lo que en su momento se conocía como «arte y ensayo». Es un público mayoritariamente compuesto de Bo-Bos (no se me alarmen: es la contracción apocopada francesa para «bohèmes et bourgeois»), tribu urbana que ha germinado en torno a la pujante industria audiovisual andaluza, con la nostalgia de la revolución pendiente siempre a flor de piel y la tentación, un tanto infantiloide, de querer cambiar el mundo votando al podemismo andaluz, que sigue anclado en la reforma agraria. Son los acontecimientos emblemáticos de la semana en la ciudad y en ninguno de los dos se palpa intención alguna de perpetuar el bipartidismo. No es ciencia demoscópica, pero ahí está.