Sevilla

El cabildo

La Razón
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Es domingo. Aunque hace frío, el sol empieza a calentar el asfalto llegando al arco del Postigo. Entre la giralda y la plaza de toros, hay otra plaza semicircular que parece como traída de Florencia. Tras los arcos, el visitante puede apreciar un trozo de la muralla almohade. Se trata de uno de los mercadillos con más tradición, junto con el del conocido «jueves» o el del «Charco de la Pava». Bajo los frescos de las columnas, se suceden puestos de sellos, monedas, bisutería y antigüedades. Sin duda, una oportunidad para tratar de conseguir alguna pieza de valor a buen precio. Aquí todo se vende y, también, se cambia. Y es que a través de sus tres accesos (por la Constitución, por Almirantazgo o por Arfe), se instalan todo tipo de coleccionistas llegados desde Sevilla y provincia. Cuentan que la crisis ha hecho mella entre este pequeño sector, que sigue conservando cada domingo esta tradición. Duros de Alfonso XIII, sellos antiguos, insignias militares, minerales, piezas de arqueología, carteles de toros... Y también dulces de convento. Frente a la catedral, un cartel nos indica que entramos en la galería comercial, donde se encuentra la antigua muralla del SXII. Un señor, con acento italiano, pregunta por una moneda romana. Al lado, otro puesto expone carteles de las Fiestas de la Primavera. «Disculpe, ¿qué precio tiene..?». Cada artículo tiene su historia, su explicación... Y como el de Porta Portese en Roma, el de «Pulgas» en París o Candem Town en Londres, en cualquier esquina, podemos vislumbrar el alma de la ciudad. Es domingo, y aunque hace frío, la curiosidad nos sorprendió en este semirruedo del Arenal. Tesoros de la ciudad. Por donde se cuela el aroma de los calentitos de Juana, y donde la Pura y Limpia se viste de mocita sevillana para celebrar la fiesta de la Inmaculada.