Andalucía
El laberinto de la formación
La Junta anda a tientas, como el minotauro en su laberinto, tratando de buscar una salida en el marasmo de la formación. El Gobierno andaluz paró en seco las convocatorias después de que explotara el caso. El detonante fue, conviene recordarlo, no la reunión en Málaga en vísperas de un Domingo de Resurrección entre el ex secretario de Estado de Seguridad y la cúpula del PP malagueño, como a menudo asegura la Junta en su descargo, sino un contundente informe de la Cámara de Cuentas sobre las acciones de FPO que acabó tras la intervención de la Fiscalía Superior de Andalucía en el despacho del juzgado de Instrucción 6 de Sevilla, que entonces dirigía Mercedes Alaya y que ya había encontrado conexiones con la trama de los ERE debido a pagos cruzados a través de empresas tapadera. La última convocatoria de cursos se publicó en 2011 y hasta el año 2016 el Gobierno andaluz no empezó a reactivarlos con una nueva remesa que se ha adjudicado este año. Aunque reactivar es un verbo que igual no se corresponde de manera certera con lo que está ocurriendo. Actualmente no hay convocatoria de cursos para ocupados, tampoco hay convocatoria de cursos para autónomos y las resoluciones provisionales de las escuelas taller y casas de oficio verán la luz en el mejor de los casos a final de noviembre, mientras a los alcaldes se le amontonan los parados a las puertas de sus despachos. Además, el núcleo de las acciones formativas, que son las dirigidas a desempleados, están lastradas por un sinfín de problemas burocráticos. Buena parte de las empresas adjudicatarias aún no han podido cobrar el adelanto del 25 por ciento debido a que la Junta está o reabriendo expedientes del año 2011 o los está comenzando a revisar ahora... más de un lustro después. La consecuencia es que algunos de estos centros formativos han tirado la toalla y se han dirigido a las delegaciones provinciales para devolver las subvenciones. El consejero de Empleo, Javier Carnero, explicó esta semana en el Parlamento que ya hay 4.042 personas desempleadas que están recibiendo cursos formativos. Bien, pongamos estos datos en perspectiva y serán los datos los que hablen por sí solos. La provincia de Almería cuenta con 62.812 parados, según los datos de inscritos en el Inem referentes al mes de octubre. Sólo 302 personas se están beneficiando en este momento de un curso de formación (un 0,4 por ciento). En Cádiz la situación es aún peor porque hay 158.346 parados y 255 personas realizando cursos de la Junta, lo que equivale al 0,16 por ciento. En el resto de provincias la fotografía es la misma: un 0,69 por ciento de los parados tienen acceso a los cursos autonómicos en Córdoba, un 0,66 en Granada, un 0,19 en Huelva –con sólo 105 personas beneficiarias– o un 0,61 en Sevilla. Los cursos de formación no son la panacea, prueba de ello es que Andalucía, después de ofrecer durante varias décadas más cursos que ninguna otra región de la Unión Europea, es de las 272 regiones de la Unión Europea con un paro más alto (25 por ciento, nueve puntos más que la media nacional). No obstante, el Gobierno autonómico debería pensar cómo va a salir de su laberinto porque por ahora no se ven muchas salidas: la formación para autónomos, ocupados y escuelas taller, paradas; la formación para desempleados bajo mínimos; y un proyecto de ley de Formación Profesional para el Empleo que lleva en el Consejo de Gobierno desde el año 2014 mientras 30.000 alumnos se quedan sin poder cursar la FP. Ésta es la Andalucía imparable.
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