Huelva
El tonto de la Puebla
“Se le presenta al consejero Imbroda una oportunidad para pedir tiempo muerto y mandar a la grada al soplagaitas de la ocurrencia”
“Se le presenta al consejero Imbroda una oportunidad para pedir tiempo muerto y mandar a la grada al soplagaitas de la ocurrencia»
Se atribuye al escritor Santiago Amón la afirmación de que «en España no cabe un tonto más», un chascarrillo que nos ha llegado mediante la tradición oral, pues no se referencia al citarlo ningún texto suyo, pero que la estulticia propia de este tiempo ha convertido en sentencia cervantina, casi en dogma de fe. Podría ponerse hoy sin miedo al error en labios de Don Quijote, qué sé yo, asomado a Sierra Morena (capítulo XXIII) y aleccionando a su escudero sobre la condición de los andaluces del siglo XXI: «En esta bella tierra que se extiende a nuestros pies, Sancho, no cabe un tonto más. Si desembarcase un zote en Ayamonte, de inmediato caería otro al agua en Carboneras». En la Puebla de Guzmán (Huelva), la dirección del Instituto de Enseñanza Secundaria Andévalo ha castigado a los alumnos –a los alumnos varones– mañana, 8M, sin recreo para que «comprendan lo que ha sentido la mujer durante mucho tiempo» (concretando, ¿qué ha sentido la mujer? ¿Orgasmos más intensos y prolongados? ¿Cierta pesadez de estómago tras una cena copiosa? Como no especifica...) y aunque luego ha reducido la medida a cinco minutos, quedarán esos trescientos segundos de infamia como testimonio de la estupidez institucional alcanzada tras cuatro decenios de Gobierno socialista en la Junta. Se le presenta al consejero Imbroda una bonita oportunidad para pedir tiempo muerto y mandar a la grada, suspensión de empleo y sueldo mediante, al soplagaitas que ha tenido esta ocurrencia. También podría haber mandado a los estudiantes musulmanes pagar el bocadillo de sus compañeros cristianos como punición compensatoria por las aceifas del emir cordobés Hisham I, pero afortunadamente no le ha dado por ahí porque podría pensarse que discrimina a sus alumnos de forma caprichosa. Ah, ¡pero si ya lo hace! Pues es verdad.
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