Andalucía
Gregor Acuña: «Es muy emocionante descubrir la mujer que llevas dentro»
El actor está de gira con una obra que se enfrenta al reto de aceptar tu propia realidad sexual
«Lola en Soledad» no es sólo una historia más sobre la transexualidad. También se enfrenta al vacío del ser humano. Gregor Acuña (Hamburgo,1971) es un intérprete todoterreno que ha pasado por todos los formatos desde la independencia y la coherencia profesional. No tiene reparos en reconocer que sigue aprendiendo y descubriendo ángulos de una personalidad que desconocía, gracias una obra que estará próximamente en Málaga, Jerez de la Frontera y Lucena del Puerto.
–¿Cuánto hay de alegría y de tristeza en «Lola en Soledad»?
–La alegría es por haber conseguido la reivindicación de un sueño y sentirse realizada de alguna manera. Si naces en el cuerpo de un hombre y te sientes mujer pues tienes dos opciones: o te aguantas y sufres el resto de tu vida o luchas por ello. Lo que pasa es que en algunos lugares no sólo no se sufre. La historia que contamos está basada en hechos reales. Se trata de la vida del hermano- hermana de la autora, Rosario Lara, que también actúa, quien tuvo el rechazo frontal de la familia. Nunca más le abrieron las puertas de su casa, salvo la madre cuando estuvo en el lecho de muerte. Ella decía, y lo digo yo en la obra: «Volveré a ser Juan, volveré a vestirme de hombre para que mi padre me acoja en su casa».
–Es una especie de renuncia...
–Sí, con tal de recuperar el cariño de su padre y su madre, que es lo más importante para un ser humano.
–Al final hablamos de cosas muy básicas, que nos quieran y nos respeten.
–Nosotros siempre decimos que lo que queremos todos es ser felices, y para serlo tenemos que sentirnos queridos. Volvemos a la esencia, al amor, que es el motor, la razón y la meta de todo. Por eso las religiones dicen que Dios es amor y el amor es Dios.
–Pero Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. ¿También a los transexuales?
–Con eso lo que nos dice es que nosotros somos nuestros mismos dioses y que tenemos que respetarnos a nosotros mismos. No es que nos parezcamos a Dios, al revés, sino que nosotros llevamos a Dios dentro. Nuestra alma, nuestra capacidad para ser felices, es esa llave que está escondida en algún sitio y que nos empeñamos en buscar fuera. La buscamos en lo material, en las cantidades, está en lo esencial, en las calidades, en la generosidad, en la aceptación. Hay que buscar siempre la cara positiva de los diferentes. Más que una historia de la transexualidad, trata de lo diferente, podemos hablar también de cómo se sienten los negros.
–Muhammad Ali se preguntaba por qué Dios era blanco.
–Porque al final hablamos de seres humanos, aunque las razas nos diferencien por fuera, pero también las religiones y las creencias, que deberían servir para unirnos. Siempre tuve la teoría, desde pequeño, de que si pasasen miles de años y nos juntásemos todos los chinos, con los negros y con los blancos, al final tendríamos una única raza gris. Tenemos que mezclarnos y tendremos todos el mismo color, ésa es mi teoría antropológica de pequeño (risas).
–¿Ha cambiado mucho esa teoría con el paso de los años?
–No me he metido a investigarla y no sé si tiene viabilidad, pero lo que sí he descubierto con esta obra de teatro es que yo pensaba que era muy tolerante, muy comprensivo, muy abierto con la sexualidad y me he dado cuenta que no sólo había los cinco colores diferentes sino que hay un arcoíris de infinitas gamas. En el momento en el que ves diferencias entre la identidad sexual y el género..., somos seres humanos y ya está.
–Ya está pero, nos empeñamos en vivir en realidades inconexas las unas de las otras.
–Esta obra me ha servido para abrir más la mente. Ha sido una liberación porque da igual siempre que seas feliz. La religión, la educación, la sociedad nos sigue diciendo cómo tiene que ser un hombre y una mujer.
–Los chicos no lloran.
–Claro, porque les tiene que gustar el fútbol, gritar, abrazarse con otros hombres (gesticula), reafirmarse en la hombría, pero si lo haces con cariño y ternura eres maricón. Es lo mismo que se convierte en algo negativo o si te pones a llorar. ¿Estás llorando por «La la land»? ¿Pero de qué vas? Las chicas igual, todavía las mujeres..., me encanta ver a una mujer camionera o llevando un autobús urbano. Siento que debería haber muchas más en las profesiones que parece que son sólo de hombres o sólo de mujer. Me parece que hace más falta de eso.
–¿Cree que éramos muy modernos, tan modernos que pensábamos que lo aceptaríamos todo, pero que al final no éramos tan tolerantes?
–Sí, porque una cosa es la idea, la razón, lo que pensamos, pero otra es lo que percibimos. Tú ves a dos hombres besarse o a dos mujeres de la mano y piensas que eso está bien, pero en realidad aún se piensa: «Qué raro, ¿no?» . Me gustan las camisas floreadas, el rosa, ¿mi masculinidad se pone en duda? ¿Qué es la masculinidad? Es como un chico que tiene maneras de mujer y piensas que es maricón. ¿Pero de qué vas?
–Detrás de todo eso lo que hay es mucho sufrimiento.
–Ahora hay una palabra que se llama «bullying». Nunca lo he sentido, pero sólo hace falta hablar con cualquier persona que lo haya sufrido para conocer lo duro que es. Debe ser muy frustrante como ser humano que otro le diga lo que tiene que hacer y cómo debe comportarse.
–¿Cómo ha sido enfrentarse a este papel?
–Me gustan los retos y no tengo nada que perder, porque no tengo nada. Si fuera un actor famoso como José Coronado ,a lo mejor me lo pensaba porque podría triunfar o hacer el mayor de los ridículos, ahí hay un peso que no tengo yo al no ser conocido. Es muy emocionante descubrir la mujer que llevas dentro. Siempre recordaré un día de ensayo en el que brotó mi parte más femenina, de repente reconocí gestos y entonaciones del texto que eran de mi madre. Claro, ella es el referente femenino más directo que tengo, lo demás es copiado. A partir de ahí tiré del hilo y descubrí a mi mujer, la que llevo dentro, mi Lola.
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