Internacional

Hundido

Biarritz acoge durante el fin de semana la cumbre del G7 / Foto: Reuters
Biarritz acoge durante el fin de semana la cumbre del G7 / Foto: Reuterslarazon

Preparamos el quinto y último regreso estival a la tierra de María Santísima, una travesía en plan «road movie» de la Península Ibérica. La red viaria y el parque móvil han mejorado sustancialmente desde aquellos viajes de la infancia, dos etapas con parada, fonda y chapuzón en Burgos o Calatayud, por carreteras de un carril donde cada adelantamiento era jugarse el pellejo y a bordo de tartanas –siempre heroico aquel Renault 12 ranchera– que se recalentaban en las cuestas, hasta el punto de tener que abrirles el capó y abrevarlas con agua mineral o cualquier líquido que hubiese a mano. Existen varios caminos de vuelta, todos asequibles en una jornada cómoda para el bólido teutón que un jefe de concesionario amigo saldaba hace un año, tras la declaración de guerra al diésel de los gobiernos europeos, extorsionados por la mafia verde y beneficiarios, a costa del contribuyente, de su negocio principal: ese engañabobos que han dado en llamar «energía limpia». Dos son las fronteras transpirenaicas más a mano en la ancha raya hispano-francesa, el paso del Somport a través del suntuoso túnel inaugurado hace tres lustros y el tránsito de Lapurdi a Gipuzkoa, de la gala Hendaya a la española Irún, dos de las siete provincias de la Euskal Herria soñada por Sabino Arana, tamaño zote. Resulta, sin embargo, que habremos de decantarnos esta vez a la fuerza por la vía aragonesa, ya que Biarritz acoge durante el fin de semana la cumbre del G7 y la Gendarmería advierte sobre controles de seguridad que harían perder la paciencia al mismísimo Santo Job. Cavilando sobre qué habrá hecho para regresar un familiar que tengo con casa playera en Saint Jean de Luz (Donibane Lohizune), me viene a la cabeza el aforismo de Pepe Izquierdo, compañero y amigo de acendrada lucidez: «No hay que albergar nada».