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La risa también es Marca España

Juan Herrera y Jordi Moltó realizan un recorrido humorístico por las luces y sombras nacionales

Juan Herrera y Jordi Moltó son los autores del libro satírico «Marca España»
Juan Herrera y Jordi Moltó son los autores del libro satírico «Marca España»larazon

Juan Herrera y Jordi Moltó realizan un recorrido humorístico por las luces y sombras nacionales

El cerebro de Juan Herrera trabaja a ritmo de batidora, lo que hace que tenga la coña siempre en la punta de la lengua. «Los altramuces son el desecho de tienta de M&M», responde a modo de saludo el autor, a cuatro manos junto a su coguionista en «El Hormiguero», Jordi Moltó, de «Marca España» (Random House), un libro satírico «ma non troppo» que lleva por subtítulo «Porque Spain is different». Lo que no significa que sea la hez de Occidente, como piensan los eternos noventayochistas, ni tampoco que suscite la envidia del universo mondo. «Es diferente porque no es igual». Queda claro.

«Hacen falta ingentes cantidades de alucinógenos para creer que ha habido alguna vez en la historia un paraíso terrenal. Algún día se demostrará que en el planeta tierra hay una cantidad fija de tontos. Vendría a ser el equivalente de la masa crítica del uranio. Cuando por la fuerza centrífuga del planeta, los tontos se concentran en un determinado rincón del mapa, superando la masa crítica, sobreviene en ese lugar, inexorablemente, una guerra, una epidemia o una catástrofe o las tres cosas a la vez», responde Herrera para desmentir, o no, su misantropía.

Prologado por Leo Bassi, quien tras dos décadas en España no deja de sorprenderse por «la teatralización de las relaciones humanas» de sus habitantes, el libro hace un recorrido humorístico por los grandes tópicos del «primer país al que su Gobierno ha convertido en una marca»: los bares, el fútbol, las corridas de toros, la relación con la muerte... cada capítulo está jalonado de destacados con sentencias hilarantes («hay peregrinos a los que las ampollas les salen en las manos de tanto beber» o «¿Por qué hacemos los pinchitos morunos con carne de cerdo?») y rematados con un enlace para ver los vídeos del «Reportero alemán» que han hecho furor en el programa de Antena 3. Para concluir, desmintiendo incluso al lema que blasona la portada de este periódico que «no nos gustamos».

Herrera y Moltó recogen dos definiciones demoledoras de la actual España dictadas por sendos escritores, académico para más inri uno de ellos: «Somos el país de gilipollas y de golfos; por cada golfo, cien mil gilipollas» (Pérez Reverte), y también el solar donde algunos tienen «la desgracia de nacer. Sigan mi ejemplo: lárguense» (Sánchez Dragó). A esta visión tremebunda, los autores contraponen la evidencia de que «si fuésemos el país tan atrasado y corrupto que creemos ser, al girar los grifos no saldría agua ni habría médicos en los hospitales (...). A nuestra manera, con sus muchos defectos, España no es ni de lejos un país invivible».

Y a partir de ahí, emprenden un recorrido humorístico, «que no se contrapone con inteligente sino todo lo contrario», por «las sombras pero también por las luces» de España. Una nación que si está en crisis es porque «la crisis es el estado normal del mundo. En el mundo, como el cuerpo humano, no existe el estado del bienestar. Nadie está completamente sano ni completamente enfermo. Todos estamos en un determinado y variable estado del malestar. Lo mismo les pasa a los países. Si llueve entran en crisis los fabricantes de sombreros. Si hace sol entran en crisis los fabricantes de bufandas. La crisis va por barrios y es el estado natural de las cosas. La ausencia de crisis no es la salud, es la muerte».

Ahora que la palabra de moda en la industria del entretenimiento es «spoil» (literalmente «estropear» y, por extensión, contar el final anticipadamente), no es cuestión de reproducir aquí ninguna de las geniales teorías de Herrera y Moltó, algunas de ellas no menos geniales por absolutamente delirantes. Pero excusarán la literalidad de un párrafo delicioso en el capítulo dedicado a la picaresca: «¿Cuál es la diferencia entre un pícaro, un sinvergüenza y un corrupto? Bastaría dar tres nombres para verlas con claridad: el pequeño Nicolás, Iñaki Urdangarín y Jordi Pujol».