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Sevilla

La suerte acompaña a quienes lo merecen

Un penalti transformado por Pareja decide la victoria del Valencia en el campo del Sevilla en un partido que muestra las dinámicas de los contendientes, ya que todas las circunstancias favorecieron a los che, lo que no es casualidad

Los jugadores del Sevilla y su delegado, Juan Martagón, rodean a González González al término el partido / Foto: Efe
Los jugadores del Sevilla y su delegado, Juan Martagón, rodean a González González al término el partido / Foto: Efelarazon

Un penalti transformado por Pareja decide la victoria del Valencia en el campo del Sevilla en un partido que muestra las dinámicas de los contendientes, ya que todas las circunstancias favorecieron a los che, lo que no es casualidad

El partido, el propio duelo a distancia entre el Sevilla y en Valencia en su persecución del Getafe, se empezó a decidir hace diecisiete días en dos lejanas ciudades de la Europa Oriental. A cinco segundos para el final de su respectivo octavos de final de la Liga Europa, los andaluces estaban clasificados para los cuartos y los valencianos, eliminados. En esos dos instantes decisivos, intervino Gameiro en Krasnodar e intervino Kjaer en Praga para que las situaciones se invirtieran dramáticamente. ¿Suerte? Ni mijita: la diferencia entre hacer las cosas bien y hacerlas mal.

El partido de la primera vuelta en Mestalla fue cómodamente dominado por el Sevilla, que se dejó empatar sobre la hora por culpa de una gansada de Muriel. Tampoco cabe achacar a la mala fortuna la permanencia en la plantilla de semejante marciano. El de vuelta, ayer, quedó decantado por una gansada de Caparrós, reincidente en el escoramiento de Banega a la posición de interior diestro, donde nada aporta en la construcción y resulta perjudicial en la destrucción: debió ser amonestado por un «tackle» intempestivo sobre Gayá a los cinco minutos y atropelló al lateral valencianista, en claro penalti, en la prolongación del primer tiempo. Parejo ejecutó al debutante Javi Díaz y se esfumó la opción de alcanzar al Getafe.

Era un partido de claro empate el que había planteado Marcelino «Extremo Canguelo» García Toral y el gol de ventaja no le hizo cambiar de idea en la segunda parte, cuando decidió atrincherarse por si caía la breva de un contragolpe y consciente de que servía a sus propósitos incluso un gol sevillista. Sólo se estiró una vez, con un trallazo de Gameiro al travesaño, pero tuvo la ¿fortuna? (no, defendieron como titanes sus hombres) de aguantar los embates del Sevilla durante 45 minutos de asedio.

La mejoría de los sevillistas en la segunda mitad obedeció, sobre todo, a la racionalización de su centro del campo con la sencilla medida de devolver a Banega a su puesto. Sentó Caparrós a Amadou, que sólo pone toneladas de vigor donde sería deseable algo de técnica, y dejó al argentino a los mandos, escoltados por Gonalons, que no jugó un buen partido pero a quien gusta ver hasta cuando está mal. Franco Vázquez sí se adaptó a la posición de falso interior, abriendo pasillos para que Navas incurriese mil veces y llegando a zonas de remate. Rozó en tres ocasiones el gol que no llegó pero su prestación anuncia cosas agradables para tardes en la que la oposición sea menos coriácea. El objetivo es evitar la octava plaza, aunque el premio gordo sea la cuarta. Hay nivel para lo primero, de sobra, y faltan muchas cosas para lo segundo.