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La túnica del reo

Juanma Moreno y Juan Marín, en el centro
Juanma Moreno y Juan Marín, en el centrolarazon

Hoy, víspera de los Santos Inocentes, se constituye el Parlamento elegido por los andaluces para la undécima de sus legislaturas autonómicas, la primera en la que el gobierno regional no estará encabezado por un militante del Partido Socialista Obrero Español. El arranque de esta columna, meramente descriptivo, habría sonado hace sólo unos meses a esas bromas que antaño gastaban los periódicos en su edición del 28 de diciembre. Y, sin embargo, la alternancia va a consumarse de veras gracias al acuerdo programático cerrado entre PP y Ciudadanos, que obtendrá el refrendo de Vox. No es el socio, siquiera en su condición aquiescente y silenciosa, que hubiese preferido un Juan Marín que, a lo largo de una carrera política que ya cuenta varios trienios, siempre se ha escorado a babor a la hora de abrochar alianzas. Así quiso escenificarlo el día de Navidad con un encuentro nada discreto –el pavo ni siquiera estaba en el horno y todo el periodismo tenía en su móvil una foto de la reunión– con la bicefalia comunista, la de nostalgias moscovitas y la de querencias bolivarianas. Es posible que hasta el tuit enojado de Santiago Abascal formase parte del atrezo. Un paripé para hacer como que hablan de la composición de la mesa (la fórmula 2+2+1+1+1 con la presidencia naranja haciendo bascular la mayoría de bloques a su antojo es ya cuestión negociada) y, sobre todo, reforzarse ante los votantes que aún faltan por escapársele al PSOE por su ala diestra. A los del perfil más izquierdista quieren atraerlos Tere & Toni para completar, ahora sí, la «pasokización» contra la que avisó Felipe González hace tres años. El desierto de la irrelevancia, o sea. Los sayones se están jugando a los dados la túnica del reo, que ni siquiera sabe todavía que ha sido condenado (condenada) a morir en la cruz.