Andalucía

Las alergias no vienen solas: 400.000 niños tienen al menos una

En Andalucía hay ocho unidades para tratar una enfermedad que afecta cada año a un 2% más

Las alergias alimenticias afectan a cada vez más personas
Las alergias alimenticias afectan a cada vez más personaslarazon

Dificultad respiratoria, tos, vómitos o urticaria son síntomas que alertan por primera vez de que algo va mal en el desarrollo de un niño. Es la epidemia del siglo XXI, como la definen los expertos: la alergia, una enfermedad que «toca» a 400.000 niños andaluces, según estimaciones de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (Seicap).

Con un 2% cada año de nuevos diagnosticados, la primera pregunta que surge es ¿por qué? «No hay ningún dato concluyente de que sea algo exclusivo lo que provoca ese aumento, es una combinación de varios factores: contaminación ambiental, el tipo de alimentación, la falta de vida saludable, demasiada higiene en los niños...», enumera Ana María Martínez-Cañavate, jefa de pediatría alérgica del hospital materno infantil Virgen de las Nieves de Granada. «Mantenerlos como en urnitas de cristal y evitar que se ensucien es contraproducente. Deben tener contacto con gérmenes e infecciones y con un ambiente normal para un correcto desarrollo inmunológico», insiste la experta, que también cita el «excesivo uso de antibióticos y medicamentos» como detonantes. «Desinfectamos mucho cuando son lactantes», reflexiona ante lo que considera un celo excesivo por preservar a los niños de agentes externos desde su nacimiento. Esos factores, no obstante, serían determinantes en las alergias respiratorias, pero no en las alimentarias.

Martínez-Cañavate apunta que estas tendrían su origen en la introducción temprana de alimentos especialmente alérgenos cuando el sistema inmunológico de los niños aun no ha madurado y en el retraso de la alimentación complementaria. Este punto, sin embargo, es el que mayor atención pública ha recibido y ha permitido, por ejemplo, que comer en un bar no sea un acto de riesgo para un alérgico. Los establecimientos están obligados desde el año 2015 a indicar cuáles de los 14 alérgenos más habituales se encuentran en sus platos. «Hay más sensibilización en este sentido pero todavía queda avanzar en el etiquetado para detallar si un producto contiene trazas y en qué cantidad», advierte la pediatra.

Como ocurre en las afecciones respiratorias, «no hay un punto claro solo y exclusivo», más allá de la predisposición genética. «Cada alimento es distinto», recuerda. Eso explicaría sensibilidades de ida y vuelta, como ocurre con el huevo, que se manifiesta cuando son muy pequeños y es habitual que desaparezca después de poco años. «Existe una maduración de tolerancia a nivel intestinal e inmunológico que provoca que el niño llegue a hacerse tolerante, aunque en determinados alimentos se pierde más tarde o no se pierde».

Cuando no sucede de forma espontánea, se realizan provocaciones controladas en los hospitales. Un test que básicamente consiste en que los pequeños prueben el alimento –que sus familias traen cocinado de casa– primero mediante contacto, después ingiriéndolo en pequeñas cantidades. El viejo método del ensayo-error. Si se produce una reacción, la respuesta es inmediata por parte del personal sanitario. Si lo tolera, podrá incorporarlo paulatinamente a su dieta.

El protocolo determina un seguimiento con análisis de sangre cada año para comprobar la evolución de las alergias. Es básicamente la única visita que los niños realizan al especialista porque solo hay ocho unidades en toda Andalucía y unos sesenta alergólogos, tanto de adultos como infantiles. La recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es desde 1980 que haya uno por cada 50.000 habitantes, una tasa que prácticamente se triplica en nuestra comunidad.

La Seicap, que celebró en mayo su congreso anual, recuerda la importancia de que los niños y adolescentes sean tratados por pediatras acreditados en esta especialidad. El grueso de la atención recae sobre sus médicos de familia por la saturación de pacientes actual.

«El que un paciente sea alérgico lo hace más vulnerable al resto de alérgenos», apunta la también miembro de la Seicap para explicar las múltiples sensibilidades que presentan muchos niños. Lo habitual es que el desarrollo de una alergia precipite otras. «Y va en aumento», avisa.

Alerta en el colegio

En el 25% de los casos –uno de cada cuatro– el primer aviso por síntomas de alergia sucede en el colegio. Sociedades científicas y la propia Junta de Andalucía trabajan para incorporar un protocolo que incluye formación de los maestros ante una emergencia de este tipo. El uso de inyecciones precargadas de adrenalina a tiempo es fundamental para frenar un shock anafiláctico, aunque solo se dispone de ellas en los centros si un niño diagnosticado la tiene prescrita, no como botiquín genérico.