Política

Andalucía

«Las mafias son las que tienen la única llave real de entrada a Europa»

Pro Derechos Humanos pide «más ambición» a la hora de abordar el acogimiento de los menores no acompañados

Uno de los cadáveres en la playa de Los Caños de Meca, donde encalló una patera con 40 ocupantes / Foto: Efe
Uno de los cadáveres en la playa de Los Caños de Meca, donde encalló una patera con 40 ocupantes / Foto: Efelarazon

El reguero de cadáveres que están apareciendo en la playa de Los Caños de Meca (Cádiz) no hace más que recordarnos que el drama de la inmigración ilegal sigue más latente que nunca y más cerca de lo que pensamos. Pasó un verano especialmente complicado en cuanto a la llegada de pateras, con los centros de acogida saturados y los recursos al límite. Sin embargo, el flujo migratorio continúa en aguas del Estrecho, con casos tan lamentables como el de la embarcación en la que viajaban 40 marroquíes y cuyos cuerpos va depositando el mar en la arena gaditana. Ayer, al cierre de esta edición, la suma alcanzaba los 19 cuerpos.

Según relata a LA RAZÓN Carlos Arce, coordinador del área de migraciones de la asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), este problema, salvo picos puntuales, es una «realidad sostenida en el tiempo». Ahora se conmemora la aparición hace 30 años del primer inmigrante muerto en Tarifa, a escasos metros de una patera destrozada. Desde el año 1988 han perdido la vida en el Estrecho «más de 6.000 personas, una media de casi 200 al año». Unas cifras que, tal y como señala Arce, «habrían hecho caer gobiernos».

La cuestión climática no sólo explica este repunte. La situación política y social de Marruecos ha propiciado que cada vez más jóvenes se lancen en pateras en busca de un futuro más próspero en Europa. «En los dos últimos años el porcentaje de marroquíes ha aumentado considerablemente en comparación con las personas subsaharianas». Con la vía Libia cerrada, el Estrecho es la única puerta de entrada al viejo continente para los marroquíes y argelinos, fundamentalmente. Arce también apunta que las migraciones «son un elemento más en el tablero político». «El control de los flujos migratorios siempre es una moneda de cambio y un factor de presión entre los países».

Este contexto es el terreno propicio para las mafias, que siguen operando con total impunidad. Al parecer, según los testimonios de los supervivientes, los ocupantes de la malograda embarcación de Los Caños habían pagado 1.500 euros por cruzar el Estrecho. En este punto, el coordinador del área de migraciones de APDHA compara el caso con la época de la ley seca en Estados Unidos, un «paraíso para los contrabandistas porque eran los únicos que podían suministrar alcohol», y asegura de forma tajante que «las vías legales y seguras de acceso a España y a la Unión Europea desde países como Senegal o Camerún no existen». Una afirmación que parte de un simple análisis del «ordenamiento jurídico vigente». Por tanto, las mafias «son las que tienen la única llave real de entrada a Europa».

Desde APDHA no ven voluntad política para abordar el asunto. «Los flujos migratorios y el control de las fronteras deben ser un asunto de Estado, como la renovación del Consejo General del Poder Judicial», sostiene Arce, al tiempo que señala que tanto PSOE como PP «no plantean propuestas alternativas». Desde la comunidad autónoma también se puede abordar este problema, y más ahora con el horizonte electoral tan cercano. La acogida inmediata y la protección de los menores extranjeros son competencias de la Junta, por lo que exige a los partidos que se pronuncien sobre el asunto.

Sin embargo, Arce asegura que el planteamiento que realizó la Junta este verano, pidiendo ayuda al Gobierno central para abordar el acogimiento de los menores no acompañados, «fue erróneo». «Tanto Andalucía como Ceuta, Melilla y Cataluña no exigieron más recursos para gestionar mejor sus competencias, sino que la idea era 'me quiero quitar este marrón de encima o, al menos, que sea compartido'». En un Estado descentralizado, donde las regiones son «muy celosas de sus competencias», Arce reclama ser «más ambiciosos» en este tema tan sensible.