Lucas Haurie
Los deseos de Picardo
«Soy socialista, por lo que quiero ver un PSOE gestionando el gobierno de España». Fabian Picardo revalidó su mayoría absoluta en Gibraltar, ese anacronismo clavado en el Estrecho del mismo nombre y en el corazón de los españoles desde el Tratado de Utrecht. El ministro principal de la colonia representa al Partido Laborista en el Peñón y dobló en sufragios a los «tories» de Daniel Feetham aunque es complicado imaginar un solo territorio en el mundo donde resulte menos relevante el color político de su administrador. Su rival habría declarado lo mismo porque, conservador o socialdemócrata, el gobernante llanito siempre querrá a un vecino débil y con una política exterior pusilánime. Lo que, en este siglo XXI, aquí representó Zapatero y esa excrecencia intelectual a la que encomendó su acción diplomática. Curro Moratinos, por buen mote Desatinos, se sentó a negociar en pie de igualdad con los gibraltareños, que es como si un catedrático de Metafísica debate con la universidad de enfrente sobre la existencia de Dios pero se aviene a polemizar con el bedel. Y como no parece que Pedro Sánchez tampoco haya sido llamado por el camino de la firmeza, pues ahí anda Picardo deseando su conquista de La Moncloa, consciente de que el actual secretario general es igual de bambi que su ilustre antecesor pero con menos letras todavía. Gran Bretaña es consciente de lo que se cuece tras la verja y en sus mal habidas aguas territoriales, donde pocos son los delincuentes que no hallan amparo. Ahora que tan de moda está apelar a la solidaridad entre socios de la UE para combatir el terrorismo, no estaría de más detectar las redes de blanqueo de dinero que campan a sus anchas en Convent Place y alrededores.
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