Crisis del PSOE

Más revueltos que juntos

La Razón
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Muy pocos discuten ya a estas alturas que Alfredo Pérez Rubalcaba ha dilapidado de manera definitiva su escaso caudal político en el reciente Debate sobre el Estado de la Nación. Su ajado rostro vende pasado y cansancio y su entrecortado discurso ofrece dudas y denota indeterminación. Pero no es sólo Rubalcaba. Es el propio PSOE el que aparece ideológicamente desdibujado, incapaz de vehicular un discurso que de manera sociológicamente transversal triunfe donde la democracia se articula de verdad, en las urnas, más allá de los espejismos de las manifestaciones y de las redes sociales. Y aun cuando este próximo jueves la izquierda andaluza logre reunir a varios miles de personas en las calles de Sevilla (seguro que en cantidad menor a la del Vía Crucis del pasado día diecisiete) el problema de su liderazgo y de su discurso seguirá siendo el mismo y no cesará hasta que la mayoría progresista, que existe, no deje de sentirse huérfana ante gestos y propuestas cada vez más propensas a la agitación, el radicalismo, la demagogia y el revisionismo histórico. Porque, diga lo que diga Griñán, no es la edad sino la verdad lo que hace libres a los hombres. Y la verdad es que ningún bien le hace ni al presidente de la Junta ni a la mayoría moderada de centro izquierda que, por razón de los años, ya no podrá liderar, el compartir pancartas, hoces y martillos con los que han aceptado el sistema tan sólo, de manera táctica y oportunista. En contra de lo que algunos han señalado el «Juntos y Juntas Somos Más» no es ni publicidad subliminal ni confusión entre lo institucional ni lo partidista. Se trata simplemente, aparte de una aberración y redundancia gramatical, de la constatación de que, sin Izquierda Unida, el PSOE cada vez es menos. Y lo peor para el socialismo andaluz es que ni está ni se le espera cuando haya que sustituir a Rubalcaba.