Política

Política no apta para inteligentes

La Razón
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Una cachorrada rabiosa domina los partidos al grito legionario de «muera la inteligencia» (Millán Astray a Unamuno en Salamanca) y en esto, como en tantas cosas, no existen excepciones aunque quepa la distinción de los gorrinos orwellianos porque, en efecto, puede que algunos sean más iguales que otros. El caso va de Izquierda Unida pero podría ir del PP sevillano, donde una conjura de necios marginó durante una legislatura, hasta la frontera del mobbing, a Javier Landa, eminente catedrático de Ciencias Económicas al que ahora tienen arrumbado al frente de una fantasmagórica Zona Franca sin empresas ni presupuesto. Pedro Moreno Brenes, histórico del comunismo malagueño cuando eso significaba, por ejemplo, jugarse el bigote (literalmente) frente a Jesús Gil y a las mafias rusas en la oposición marbellí, ha abandonado la militancia hastiado por los insultos con los que lo entierran los sicarios de Alberto Garzón. «En una democracia, cumplir las leyes no es una opción, sino una obligación». Así se manifestó este profesor universitario de Derecho a propósito de la cuestión catalana y desató la cacería de esa caterva de cuadros analfabetos que han liquidado el PCE a cambio de un sueldecito subalterno en Podemos. Lo más suave que le han dicho es fascista, un epíteto comodín y por tanto casi desprovisto de significado, pero ciertamente ofensivo cuando se escupe a un izquierdista sin ambages. «Que esta gente hable de represión, de presos políticos o del ‘régimen’ del 78 implica estar fuera de la realidad». Lo malo es que consiguen generar un universo paralelo en el que sus ensoñaciones y mentiras conforman el material inflamable con el que incendian la vida política. Mal vamos si los sensatos dan un paso al costado por el empuje de los fanáticos.