Berlín
PSOE, pitido final
No es casualidad que la conferencia del PSOE terminase ayer con silbidos a la ponencia en la que, aun desde la afirmación republicana, se pretendió valorar en positivo la actual monarquía española. Al contrario, dichos abucheos constituyen la mejor prueba de cómo los socialistas se siguen debatiendo agónicamente en un mar de contradicciones ideológicas, ignorantes, tal vez, de que es el pitido final el que suena para ellos mismos. Hagamos (auto) crítica. El PSOE no gana unas elecciones por mayoría absoluta desde 1989, año de la caída del Muro de Berlín, lo cual quizás tampoco sea casualidad. Y salvo las mayorías simples de Zapatero, acabadas en el hundimiento de 2011, la única forma en que los socialistas han podido tocar algo de poder es mediante alianzas con Izquierda Unida o nacionalistas de diverso pelaje. ¿Ha tenido que pasar un cuarto de siglo para que se hayan percatado este fin de semana de que su base social ya no es mayoritaria? Y nunca podrá volver a serlo si el PSOE, que quizás debiera llamarse PSD, se empeña en seguir viajando hacia su izquierda – temeroso o deudor de IU– mientras progresistas y socialdemócratas permanecen en sus casas, se refugian en UPyD y algunos hasta votan al PP en situaciones de emergencia nacional. La esquizofrenia es tal que incluso se viene apoderando de los socialistas un creciente discurso antieuropeísta olvidando que fue el mejor Felipe González el que nos metió en Europa. Pues bien, pese a ello, aún se han escuchado estos pasados dos días lamentos por los ajustes de 2010 y por de la consagración constitucional de la estabilidad presupuestaria, exigidos ambos por la Unión Europea. Tiene razón por tanto Susana Díaz cuando ha dicho que «no estamos tan bien». Aunque sin duda, mucho más interesante el «agrupémonos todos» de Elena Valenciano. Suponemos que habrá llegado ya a oídos de Diego Valderas y Antonio Maíllo.
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