Relaciones laborales

Pura sinécdoque sindical

La Razón
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No por ser lo habitual, es lo más correcto. Normalmente, en nuestro día a día, tendemos a generalizar el todo por la parte. Las descalificaciones sobre políticos y banqueros se hacen sin caer en la cuenta de que no todos, al menos eso aún creo, son iguales. Sucede algo parecido con los tópicos sobre el gracejo andaluz que se nos presupone, la avaricia catalana o lo desabrido de los castellanos. El todo por la parte, casi siempre, suele ser un craso error.

En el caso sindical, suele pasar algo parecido. «Los sindicatos». En abstracto. Como generalidad. Insisto, pura sinécdoque. Y, como escribía hace unas pocas líneas, no es lo más correcto. Todos los sindicatos no somos lo mismo. En absoluto. Por suerte, diremos algunos; por desgracia, afirmarán los afectados. Ellos sabrán por qué ladran mientras cabalgamos, pero al César lo que es del César. Y CSIF siempre se ha mostrado diferente. Por eso no estamos metidos en los jardines en los que tienen que intentar sobrevivir otros.

Y el jardín más oscuro y siniestro que vive la actualidad andaluza responde al nombre de «Caso ERE». CSIF, como no es ni será lo mismo, ocupa el lado contrario que sus complejos (y a veces acomplejados) compañeros de viaje en el mundo sindical. Nosotros no estamos implicados, ni manchados, ni siquiera rozados por la investigación. No formamos parte de un fraude que ha jugado con cientos de millones de euros de nuestros desempleados, de ese millón largo de andaluces que sufre, a diario, la angustia de no tener un trabajo en el que desarrollarse personal y profesionalmente. No estamos señalados por la opinión pública por aparecer en informaciones que hablan de una ética dudosa y sombría, que reflejan el lado más fosco y lúgubre de la política de nuestra omunidad.

Tampoco caeré en lo que al inicio de estas líneas denunciaba. Tampoco miraré el todo por la parte ni acusaré a las organizaciones sindicales (cuyos ideales, trayectorias y planteamientos me merecen el más democrático de mis respetos) de ser las culpables de las maléficas ideas de cuatro, (o veinte, o mil, la Justicia los cifrará), desalmados que además utilizaban sus siglas para cometer sus perniciosos planes. Pero lo que está suficientemente claro es que no todos los sindicatos somos lo mismo.

Por eso CSIF mira el oscuro caso de los ERE fraudulentos desde la acusación particular. Por la responsabilidad de sentir que se daña la imagen de Andalucía y los intereses de la ciudadanía. Y, en ese estadio, estando el caso sub iudice, sólo nos queda esperar lo que los Tribunales juzguen y que cada palo aguante al final su vela. Sea del color y del grosor que ésta sea. Todos, insisto, todos sin excepción tendrán que rendir responsabilidades, ya sean políticas o judiciales. O incluso sindicales. Los andaluces no nos merecemos esta falta de respeto, este ataque a nuestros principios más básicos, pero tampoco el nombre de Andalucía puede quedar en entredicho por la ambición, la falta de esencia democrática y la ausencia total de principios de unos desalmados que sólo han jugado con el dinero de los más necesitados para enriquecer sus patrimonios. Y que, encima, con nocturnidad y alevosía han aprovechado sus planes para manchar el nombre de la labor sindical que, entre todos, hacemos cada día.