Suministro de agua

Suspenso para ríos, lagos y acuíferos

La contaminación acecha a la mayor parte de las aguas superficiales y subterráneas. Las que peor estado presentan no alcanzarán un nivel adecuado al menos hasta dentro de diez años, según los planes hidrológicos aprobados

El río Tinto es una de las zonas afectadas por los vertidos de la minería
El río Tinto es una de las zonas afectadas por los vertidos de la mineríalarazon

Cauces y aguas embalsadas suspenden el examen sobre su estado de conservación. Las más perjudicadas en los análisis son las reservas subterráneas, con los mayores niveles de contaminación. Pese al lenguaje eufemístico empleado por las administraciones públicas –«nivel peor que bueno» o «no alcanza el bueno»–, los malos resultados al analizar ríos, lagos y acuíferos afloran.

Los que peor se encuentran no estarán en condiciones adecuadas hasta el año 2027, una década que seguirá evidenciando la falta de celo en el cumplimiento de las normativas medioambientales, revisadas ahora para extender el plazo. En algunos casos, como en la zona de Jerez y Sanlúcar-Chipiona-El Puerto se han rebajado los objetivos, haciéndolos «menos rigurosos», según recoge el plan hidrológico del Guadalete-Barbate. Los tres planes hidrológicos exclusivos de Andalucía con 2021 como horizonte afectan al citado, a la cuenca mediterránea y a los ríos Tinto, Odiel y Piedras.

En la demarcación gaditana, los 69 arroyos y embalses existentes solo 25 cumplirían con las exigencias medioambientales. Sobre otros 20 deberán realizarse intervenciones para culminar su puesta a punto en 2021. Los análisis incluyen una valoración del estado químico y ecológico y precisamente los 24 ríos peor conservados –en estado malo o deficiente– son los que tardarán más tiempo en ajustarse a los valores adecuados para los diferentes usos, además de permitir la supervivencia de las especies que habitan en ellos. En las aguas subterráneas la situación es más delicada: nueve de los trece acuíferos contienen sustancias químicas contaminantes y su recuperación tardará entre cuatro y diez años. Las desembocaduras en la costa gaditana constituyen otro frente que requiere mejoras inmediatas: la calificación mayoritaria alerta de un estado de conservación deficiente. Así ocurre en el Puerto de Cádiz, la base naval de Rota, la desembocadura del Guadalete o las marismas de Barbate y San Fernando.

En la provincia vecina, en Huelva, se dibuja un paisaje similar, estirando el cumplimiento de los objetivos medioambientales marcados hasta 2027 en 17 ríos, aunque en este caso solo hay cuarto cuyo estado ha obtenido la peor calificación. En 2021, se habrán mejorado el resto (35 más). Más preocupante son los análisis relativos a acuíferos: ninguno alcanza un nivel óptimo. El origen de la contaminación es la actividad minera en nueve de las reservas. El drenaje de ácidos provoca altas concentraciones de cadmio, zinc, fosfatos o nitritos, por encima de los niveles permitidos. Los fertilizantes usados en la agricultura de la zona también han influido negativamente en el estado de siete acuíferos, con especial incidencia en Niebla y Lepe.

Al otro lado de la comunidad, en la cuenca mediterránea, se han prorrogado las intervenciones previstas para sanear las aguas en casi la mitad de los ríos y lagunas. En principio, hasta dentro de cuatro años, y solo veinte ralentizarán su recuperación debido a su mal estado tanto ecológico como químico. El plan señala como principales obstáculos los caudales insuficientes por el exceso de derivaciones de caudales; la sobreexplotación por extracciones urbanas –sobre todo en las sierras de Mijas, Archidona y el Torcal de Antequera–; y apunta a la agricultura y la ganadería como responsables del mal estado de las aguas en la zona de Campillos, detectando también plaguicidas cuyo origen se desconoce. En las reservas subterráneas, alerta de graves problemas de sobreexplotación para destinarlas a regadíos, un problema que la sequía persistente en los últimos tres años ha agravado.