Andalucía
¿Todo el mundo contento?
Éste parece que es el mensaje que quieren trasladar todos los líderes políticos el día después de cualquier elección. No hace falta contarles a los altos grados de satisfacción que llegan los partidos si llegan a conformar una mayoría, como ha pasado en Andalucía, que han sido bastante más que unas elecciones autonómicas. La primera consecuencia que hay que sacar es que en esta consulta tan trascendental se ha producido una sorpresa total, tanto que el nuevo presidente estaba ya recogiendo para retirarse a los cuarteles de inviernos –no conviene ser tremendista, dejémoslo en cuarteles de primavera–. Los que ostentaban el poder seguían su ritmo habitual y con las agendas hechas para después del día 3 de diciembre y ahora las rehacen para ponerlas en modo oposición. En mayo, que es por mayo cuando llega «la calor», pero como tenemos elecciones municipales y autonómicas en comunidades no históricas, parece que «la calor» partidista ya ha empezado. De ese fuego sabe mucho Podemos, que no hay ida donde una viga no se les caiga encima. Lo de Errejón no tiene vuelta atrás. Si consideran al citado ex líder fundador un traidor, la alcaldesa Carmena también entrará en la lista. En Barcelona Ada Colau, hasta ahora socia del «podemismo», se pasa al independentismo puro y duro. Ya saben que se presentará de nuevo para revalidar la Alcaldía y afirma que su próximo mandato será la fuerza que conseguirá la República, librándose de la Monarquía borbónica. Esta obsesión de los independentistas catalanes por los Borbones queda trasnochada. Casanova, el gran héroe de estos grupos, no luchaba para declarar la república catalana, lo hacía por defender los derechos de un príncipe austríaco, que, por cierto, también tenía el apellido Borbón, al trono de España. Con el éxito de las novelas históricas y lo entretenidas que son no sé por qué no dedican una partida económica a comprar libros.
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