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«Todos en nuestra normalidad somos rarísimos»

La periodista Mara Torres presenta una nueva novela donde cruza amor, cervezas y un poco de soledad en la frontera de la edad adulta

«Todos en nuestra normalidad somos rarísimos»
«Todos en nuestra normalidad somos rarísimos»larazon

La periodista Mara Torres presenta una nueva novela donde cruza amor, cervezas y un poco de soledad en la frontera de la edad adulta

Cumplir cuarenta años parece como traspasar una barrera a la madurez sin vuelta atrás. La vida se toma más en serio, el tiempo pesa más y aparecen las grandes preguntas. Ése es el tope de la última novela de la periodista Mara Torres (Madrid, 1974), «Los años felices» (Planeta), donde se introduce en la soledad, el amor y las pequeñeces que le dan sabor a la vida siempre que ésta nos deja estar contentos.

–¿De verdad que los días felices de nuestra vida van desde los 20 a los 40 años?

–No siempre, el título tiene un doble sentido porque por un lado hace alusión a la doble estructura, ya que la novela cuenta la historia del protagonista 20 años atrás de su cumpleaños y si hay algo que hace que se parezca un cumpleaños a otro es que todo el mundo te desea que tengas un feliz día. Por lo demás, no suelen parecerse en nada. Aunque esas dos décadas puede que no sean las más felices es cierto que sí lo vivimos todo con mucha intensidad, tanto la alegría como el dolor.

–Eso me alivia, pensaba que sólo me quedaban cuatro años de felicidad completa en esta vida...

–(Risas) No, siempre digo que los días felices están por llegar.

–Ya, que lo que ha escrito es un alegato del presente, vamos.

–En realidad, eso lo hace un personaje secundario, Pecu, que tiene esa reivindicación de la búsqueda de vivir el presente. Todos queremos hacerlo, pero es una asignatura que muchos tenemos pendiente. Tengo amigas que se han tatuado «Carpe diem» porque hay una necesidad de vivir el presente en un mundo en el que parece que todo será mejor más adelante. Cuando ganes dinero, cuando trabajes, cuando te independices, todo está para que vivamos el presente pero las alertas que nos dan parece que será siempre más adelante de nuestra vida.

–Pero eso no pasa en oriente, donde sólo existe el ahora. De eso va el budismo, por ejemplo.

–Creo que las formas de vivir orientales, no diré religiones, son muy atractivas para personas del mundo occidental, para los que estamos pendientes siempre del reloj y del tener.

–¿Qué pasa cuando se supera la barrera de los 40 años?

–Bueno, no es tanto que haya una barrera como que hay según qué momentos que te hacen ver que la vida iba en serio, que es lo que dice Gil de Biedma en el poema «No volveré a ser joven», que creo que tiene mucho sentido. A todos nos pasan cosas graves, no a los 20, pero todo el mundo ha tenido algo definitorio a los 40.

–«Cuando el tiempo nos alcanza», recordando a Cernuda, al que lleva en la primera página del libro.

–Sí, aunque yo pongo que «el deseo es una pregunta cuya/respuesta nadie sabe». Me gusta mucho «La realidad y el deseo», de hecho no es casual que vaya abriendo el libro. Es más, me gusta mucho Cernuda porque siempre apuesta por vivir el presente, estar con los amigos, intercambiar lo que a uno le pasa y eso tiene mucho que ver con lo que le pasa al protagonista del libro.

–¿Cuánto hay de «Ulises»?

–Pues algo común en la literatura y en el cine, porque a modo de flashback se cuenta la vida de Miguel en 24 horas. De «Ulises» sólo hay el que se cuente la historia de un personaje así, porque si solo sacaras los extractos de Miguel y Claudia creo que sabrías mucho de esos personajes.

–¿Es verdad que el amor es mentira?

–Es verdad para el personaje, yo no lo comparto.

–¿Cuál es su opinión?

–Que el amor es verdad.

–¿De verdad?, ¿y a quién hemos venido a amar en este mundo?

–Hay una frase de Claudia que define muy bien la novela, mejor que la estructura u otra cosa: «La vida es sólo eso, vida». No sabemos a qué venimos a este mundo, lo hacemos como podemos y amamos a quien podemos. Lo complejo y lo sencillo, pero el amor es fundamental para mucha gente y para mí es una de las grandes cosas que nos regala vida.

–¿Todos somos tan raros como Miguel?

–Es curioso que lo llame raro, cuando he tratado de crear un personaje normal y corriente. De hecho, esto demuestra que todos en nuestra normalidad somos rarísimos. Sí es verdad que es un personaje distinto, pero cuando hice los borradores de varios personajes Miguel me hizo tirar de él porque me parecía un tipo de lo más normal y eso me parece extraordinario.

–¿Por qué hay tanta cerveza en el libro?

–Porque es lo que todo el mundo bebe entre los 20 y los 40 años. He metido una referencia al vino porque tengo un amigo con una bodega. Hice una fiesta para mis amigos cuando publiqué –Los días felices» y lo hice dentro de la barra de un bar.

–Si ahora, como le pasa al protagonista, le llama por teléfono alguien de quien estaba enamorada hace 20 años. ¿Qué haría?

–Igual no iba. Soy capaz de sentir algo muy fuerte por alguien, sentir deseo, y no convertirlo en realidad para no estropearlo. Para que no acabe el deseo...

–Vamos, que cuando se consuma se acaba la magia.

–Es posible que comparta esa definición, que la dice Claudia pero que en realidad es de la película de Wong Kar-wai «Deseando amar». Si no comparto que el amor sea mentira, si es verdad que lo hago al hablar de que cuando el deseo se cumple se agota. Corre el riesgo de agotarse.

–Hablando de tanto amor y deseo, con lo que está diciendo me entran ganas de enamorarme de lo primero que vea...

–(Risas).