Castilla y León

El consumo de cannabis entre los jóvenes se aproxima ya al de drogas como el tabaco

Advierten de la baja percepción de riesgo y la aceptación social de los porros pese a su peligrosidad

La Razón
La RazónLa Razón

El consumo de cannabis entre los jóvenes de Castilla y León se aproxima ya al de drogas legales como el tabaco, aunque la evolución a la baja en los adolescentes de entre 14 y 18 años ha sido positiva en los últimos años. No en vano, los jóvenes que alguna vez han fumado «porros» ha pasado de suponer el 20,3 por ciento en 2008 al 7,7 por ciento en 2015, es decir, 12 puntos menos.

Frente a ese dato, está otro más preocupante como que la diferencia entre los estudiantes de 14 a 18 años que han fumado tabaco en el último mes y los que han consumido cannabis en ese mismo periodo de tiempo es de 10,7 puntos porcentuales cuando hace 20 años era más del doble (22,3 puntos).

El cannabis es la droga ilegal más consumida «con mucha diferencia». En la población general de Castilla y León, un 29,6 por ciento tomó derivados del cannabis alguna vez en la vida y un 3,7 por ciento en los últimos 30 días. En el caso de los estudiantes de 14 a 18 años, un 28,3 por ciento ha probado el cannabis y un 16,9 por ciento lo ha consumido durante el último mes, según los datos facilitados a Ical por el Comisionado Regional para la Droga.

Este órgano, dependiente de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta, advierte de la percepción del «riesgo bajo» y su aceptación social a pesar de su peligrosidad, tal y como lo demuestran los sistemas de información sobre sustancias psicoactivas.

El Comisionado lucha contra la creencia generalizada, entre muchos jóvenes, de que el consumo de cannabis, al igual que del alcohol, no es perjudicial para la salud porque asegura que es una «droga peligrosa». Este organismo lo justifica al incidir en que el 22,2 por ciento de las urgencias hospitalarias por consumo de drogas distintas del alcohol fue ocasionada por cannabis.

Los derivados del cannabis son la segunda droga en importancia, solo por detrás de las complicaciones por el consumo de hipnóticos y sedantes. Además, este porcentaje ha crecido de un modo importante desde el año 2000 cuando el peso del cannabis en las urgencias hospitalarias por consumo de drogas distintas del alcohol tan solo era del 1,7 por ciento.

La directora de Programas de Fundación Aldaba-Proyecto Hombre Valladolid, Ana Macías, destaca a Ical la importancia de la detención temprana para pedir ayuda. Recuerda que la mitad de los usuarios del Programa Joven acude a su centro tras dos años de consumo de cannabis, en muchas ocasiones con el conocimiento de los padres.

«Lo habitual es que los padres resten importancia a fumar porros y establecen comparaciones de cuando ellos eran jóvenes, al reconocer que es lo habitual en esas edades y que ellos también consumieron de forma esporádica», explica.

Eso sí, Macías advierte de que el cannabis de ahora no tiene nada ver con el de antes, puesto que tiene una alta concentración de THC (tetrahidrocannabinol, que es el principal constituyente psicoactivo) porque las plantas están muy manipuladas y afecta mucho a una persona joven, en pleno desarrollo y con un sistema nervioso muy frágil. Lamenta que no sean conscientes de los efectos negativos a largo plazo como brotes psicóticos.

Falta de información

También hace mención a la escasa información que tienen los adolescentes sobre este tipo de drogas. «Existe una publicidad tremenda, totalmente sesgada y sin base científica, sobre los beneficios del cannabis por sus efectos paliativos en enfermedades como el cáncer», precisa. Macías es consciente de que las drogas «están ahí y están bien vistas» porque dan «estatus» y los jóvenes buscan nuevas sensaciones.

Todo ello, a su juicio, demuestra que hay mucho desconocimiento sobre las consecuencias y las repercusiones de este tipo de droga.

En ese sentido, aboga por «cambiar la mirada» hacia las drogas que mucha gente relaciona con la marginalidad y la delincuencia, cuando la realidad es que su consumo está muy extendido. La responsable de Proyecto Hombre explica que el modelo de ocio de los chavales favorece el consumo.