Cultura

Brindis por la historia del vino

El Museo de Arqueología sigue la evolución de la viticultura desde los griegos hasta la actualidad

Tinajas y otras cerámicas, de los íberos a los griegos, protagonizan la muestra que incluye dos audiovisuales y múltiples citas literarias
Tinajas y otras cerámicas, de los íberos a los griegos, protagonizan la muestra que incluye dos audiovisuales y múltiples citas literariaslarazon

No hay nada como el vino para dar valor y trascendencia a las palabras. «El vino es la bebida más higiénica y saludable», decía Louis Pasteur, pero es difícil de creer, porque lo afirmó bebido.

No hay nada como el vino para dar valor y trascendencia a las palabras. «El vino es la bebida más higiénica y saludable», decía Louis Pasteur, pero es difícil de creer, porque lo afirmó bebido y como decía Shakespeare: «soy más falso que las promesas hechas con vino». Claro que Plinio, el viejo aseguraba que «donde hay vino, hay verdad». Puede que también hubiese bebido un poco. Como señaló Samuel Richardson, «éste es una de las desventajas del vino, hace que el hombre confunda palabras con pensamientos». En definitiva, nada significativo puede decirse del vino, salvo que es ideal para brindar, y hay que brindar, hay que celebrar el vino.

En cualquier caso, Lutero afirmaba que «la cerveza está hecha por hombres, pero el vino está hecho por Dios». Puede ser, pero muchos hombres, desde hace mucho tiempo, han intentado hacerlo sin la ayuda divina. El Museo de Arqueología presenta ahora la exposición «El vino griego. De la antigüedad a las bodegas catalanas actuales», que explica el proceso por el que el vino llegó a protagonizar la vida social, política y religiosa de la antigua Grecia y la adaptación de esta tradición hasta nuestros días.

A través de diferentes campos temáticos, del cultivo de la viña a la evolución de la obtención del vino, su consumo o el papel de Dionisos, la muestra sigue el rastro imborrable que ha dejado el vino, especialmente en Cataluña. Como aseguraba Vázquez Montalbán, «un pueblo que no bebe su propio vino y no come su propio queso tiene un grave problema de identidad». La identidad catalana está muy bien expresada en la exposición. Este apasionante relato está narrado a partir de 40 objetos arqueológicos, del mundo griego al íbero, así como una selección de la literatura que ha generado esta bebida. «El vino es la prueba definitiva de que Dios nos quiere y de que quiere que seamos felices», decía Benjamin Franklin, otro que confundía palabras e ideas cuando bebía. «El vino blanco es como electricidad, pero el vino rojo se parece y sabe como a un bistec líquido», dijo por su parte James Joyce, que solía licuar sus bistecs o no se entiende la comparación. «El vino es la leche de los ancianos», decía Platón y está claro que había bebido mucho aquel día.