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Cómo dibujar a dioses paganos escriba
Los dioses paganos, griegos y romanos, tenían en la veneración y los sacrificos su auténtica fuente de vida. Sin ellos, no eran más que un nombre en el aire, nada que amar, nada que temer, y así murieron. Pasaron los siglos y con el auge del cristianismo pasaron a ser arquetipos, simples palabras sin poder. Sólo quedó uno, Hefest, dios del fuego, que bajó con los hombres y consiguió que su culto no desapareciera del todo. Durante siglos sobrevivió a duras penas, hasta que ya en el presente, quizá ya ni valga la pena seguir vivo.
Ésta es la historia de «Les cròniques del déu coix» (Proa), última novela de Joan-Lluís Lluís, una de esas aventuras más grandes que la vida misma con un lujo escondido, las ilustraciones de Perico Pastor que captan todo el misterios y desazón del pobre Hefest, el último de su clase. «Mi idea era escribir una historia de aventuras tipo "Corto Maltés", pero sin que se notara. Quería dibujar un recorrido vital durante siglos y la historia de Hefest me lo permitía. El cristianismo no demostró que los dioses paganos no existían, sino que se necesita el poder para poder existir», afirma Lluís.
De adolescente, el escritor era un devorador de los libros ilustrados de Julio Verne. Había unos que incluso miraba más los dibujos que el texto. Por eso, cuando le dijeron que podria ser una buena idea que Perico Pastor ilustrase el libro, él simplemente dijo ¡Sí! El artista acababa de ilustrar «La Biblia», así que no estaba muy convencido que dijese que sí. Sin embargo, no sólo dijo que sí, sino que resultó que sus imaginarios coincidían casi por completo. «Yo también me eduqué con esa edición de libros ilustrados de Julio Verne. Me pidieron si quería ilustrar el libro, me lo dejaron, me gustó y acepté sin pensarlo dos veces», recuerda Pastor.
Escritor y artista no se conocían. Su primer encuentro fue en su entrevista para LA RAZÓN, pero enseguida se vio que los dos hablan el mismo idioma, tanto, que ahora Lluís se imagina sus personajes con las ilustraciones de Pastor. «No quería imponer ninguna imagen al lector. Los dibujos salieron de forma natural, sin ser figurativas, capaces de despertar la propia imaginación», asegura el artista, que prepara una exposición en la Galería Trama en diciembre.
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