Duelo actoral entre Lluís Homar y Eduard Fernández en la Villarroel

Kathrine Kressmann Taylor escribió en los años 30 un pequeño texto en que ya avisaba del horror nazi que se avecinaba. Bajo el título «Adreça desconeguda», explicaba a través de un relato epistolar la relación entre dos amigos alemanes, emigrados a Estados Unidos, cuando uno de ellos decide regresar a su patria. Pronto se dejará influir por las corrientes que desenbocaron en el protonazismo. Su amigo, judío, vivirá horrorizado este cambio a 3.000 kilómetros de distancia. El texto tuvo tal éxito que pronto se convirtió en obra teatral y ahora llega a la Sala Villarroel de manos de Lluís Homar y Eduard Fernández.

La obra inicia la nueva etapa del teatro tras la marcha de Carol López y el relevo de Borja Sitjà. Precisamente Sitjà fue quien impulsó a Homar a involucrarse en el proyecto y dirigirlo. «Me entusiasmó el texto y enseguida acepté, creyendo que sería algo sencillo. No ha sido así. Ha costado mucho encontrar el lenguaje adecuado para contar esta historia», señaló ayer el actor.

La puesta en escena es sencilla, un sillón, un escritorio y una lámpara. La luz marca la diferencia de quién está escribiendo y quién está leyendo. La particularidad es que el público está en medio de este salón. «Es muy difícil hacer de nazi, hay un rechazo inicial que te paraliza», señaló Homar.