Exposición

El auténtico Opisso

Sicoris dedica una completa exposición a uno de los mejores dibujantes catalanes

Ramon Casas en el Moulin de la Galette, por Opisso
Ramon Casas en el Moulin de la Galette, por Opissolarazon

Sicoris dedica una completa exposición a uno de los mejores dibujantes catalanes.

Este año que ya se está acabando ha sido el del cincuenta aniversario de la muerte de Ricard Opisso, uno de los grandes dibujantes catalanes del siglo pasado, una efeméride que apenas ha sido conmemorada. Quien no ha querido olvidar este aniversario ha sido la galería Sicoris de Barcelona donde puede verse una contempla muestra con todas las vertientes del gran creador que fue Opisso.

La exposición recoge acuarelas, además de dibujos que sirvieron como ilustraciones tanto para revistas como para libros. El conjunto se convierte en una antológica de un artista que todavía no ha tenido la muestra que se merece en el Museu Nacional d’Art de Catalunya. Prueba de ello es que en Sicoris se han reunido un puñado de cuadros que prueban la calidad de este dibujante como cronista del tiempo que le toco vivir, tanto dentro como fuera de Cataluña.

Un buen ejemplo de ello es «Ramon Casas pintando en el Moulin de la Galette» donde reconstruye el paso del pintor modernista por el París de los impresionistas a finales del XIX. Opisso incluso incluye guiños a obras de Casas, como es el caso de la modelo que aparece sentada a la derecha de la pieza, la misma que protagoniza «Plen air», un óleo del maestro.

Es precisamente esa etapa en la historia artística de la capital francesa la que inspira algunos de los originales que nutren las salas de Sicoris, como las bailarinas de can-can en el Moulin Rouge o un adormecido Henri Toulouse-Lautrec acompañado del bailarín Valentin. Todo ellos son postales de aquel lejano mundo bohemio que tanto bien hizo en Ricard Opisso como artista y como hombre. En esta línea podemos ver también una vista de la plaza de la Bastilla, aunque alejada del Opisso amante de plasmar multitudes en paisajes urbanos.

Una mención aparte la merece el extraordinario retrato que dedica a Ignacio Zuloaga, con ademán serio ante los ojos del espectador, acompañado de un picador que llamaban «El Coriano».

La mujer es otra de las grandes obsesiones de este artista. Ella es retratada en todo su esplendor en piezas tan notables como la deliciosa acuarela «Muchacha con fox terrier» donde nos brinda el contraste entre la juventud y la vejez en una escena que seguramente realizó en los años 50. También Opisso se acerca a las mujeres de «Escena de playa», probablemente un apunte del natural y que remite a uno de los temas a los que dedicó incluso un especial la revista «L’Esquella de la Torratxa».

Uno de los grandes logros de la exposición es poder acoger la totalidad de los dibujos que Opisso ejecutó para «Pequeñas grandes almas», una novela de Martínez Zuviría, publicada en 1907 por Muntaner y Simón.

Todo ello se convierte en una reivindicación de un maestro único, un pintor que ha servido para crear escuela con uno de los mejores trazos de su tiempo.