Literatura

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El buen arte de cazar libros

José Luis Melero recoge en un libro sus experiencias como bibliófilo localizando los mejores títulos de la literatura

José Luis Melero, autor de «Leer para contarlo», en su biblioteca de Zaragoza
José Luis Melero, autor de «Leer para contarlo», en su biblioteca de Zaragozalarazon

José Luis Melero recoge en un libro sus experiencias como bibliófilo localizando los mejores títulos de la literatura

Hay quien le pone un piso a la amante y quien se lo pone a los libros. El zaragozano José Luis Melero está en el segundo grupo porque su pasión son los libros, los buenos libros. Hablamos de primeras ediciones, ejemplares únicos en ocasiones con la firma de su autor y que nos devuelven el aroma de lo mejor de la literatura de nuestro país, desde el siglo XVIII al XX. Fruto de ese entusiasmo por la palabra impresa es «Leer para contarlo», un ensayo en el que cuenta sus experiencias como cazador de libros.

«Es un trabajo fruto de una era anterior a internet, cuando te ibas por ferias, mercadillos, librerías, al Rastro o a los Encantes a cazar libros. Porque era así: salías de cacería. Ahora desde casa, en zapatillas, mirando en el ordenador y si tienes dinero, te puedes hacer con las obras completas de Baroja en primera edición en una tarde. No es lo mismo porque a mí reunirlos me ha exigido muchos años», aseguró ayer Melero en declaraciones a este diario.

El autor de «Leer para contarlo» cuenta con una biblioteca formada por unos 35.000 volúmenes. En este sentido, reconoce que «no los colecciono. Los leo». Ese hecho hace que pueda descubrir rarezas. Por ejemplo, el adentrarse en las memorias del traductor y escritor Rafael Cansinos Assens le permitió descubrir a nombres que merecen ser reivindicados como el sablista y poeta Pedro Luis de Galves o un raro como Antonio de Hoyos y Vinent.

La capital catalana fue una de las ciudades perfectas para encontrar tesoros. «Cuando venía a Barcelona me conocía todas sus librerías, como el mercadillo en Palau que hace treinta años estaba en su mejor momento y donde podía encontrar buenas piezas. Allí , por ejemplo, localicé con mi amigo Ignacio Martínez de Pisón libros de época sobre la guerra de Marruecos», rememoró el autor.

En su biblioteca se reúne la totalidad de trabajos de la Generación del 27, lo mejor de la poesía española de todos los tiempos –desde los Machado hasta Gil de Biedma–, además de su pasión por conseguir a los grandes nombres de las letras aragonesas, como Sender o todas las ediciones de «Vida de Pedro Saputo», el clásico de Braulio Foz. Eso hace que le cueste destacar un título entre los muchos guardados porque, pese a tener una extrañísima edición de «La Eneida» de Virgilio, de 1592, «me hace más ilusión tener primeras ediciones de Rubén Darío o Pere Gimferrer».

Aunque su vida han sido los (buenos) libros, Melero reconoció que ve negro el futuro de los bibliófilos. «Siempre habrá quien busque, pero cada vez interesan menos porque no se lee en papel sino en digital. Me refiero a las nuevas generaciones. Es muy difícil ver en el Rastro a gente menor de treinta años buscando libros. Por eso, veo que el futuro se presenta complicado», subrayó José Luis Melero.