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¿El fútbol es gay?

El Teatre Gaudí acoge un musical que indaga con humor en lo que pasaría si una estrella confesase su sexualidad

Parte del elenco de la obra cuyo montaje convierte la platea del teatro en gradas de un estadio donde el público hasta puede comprar las camisetas del Mercuri F. C. o intercambiar los cromos de sus jugadores/actores / Foto: Efe
Parte del elenco de la obra cuyo montaje convierte la platea del teatro en gradas de un estadio donde el público hasta puede comprar las camisetas del Mercuri F. C. o intercambiar los cromos de sus jugadores/actores / Foto: Efelarazon

El Teatre Gaudí acoge un musical que indaga con humor en lo que pasaría si una estrella confesase su sexualidad.

Desde ciertas plataformas se insiste en separar el deporte de la política, lo que no sólo es un error, sino que sirve de excusa para que el deporte se separe cada vez más de los problemas de la sociedad y, en concreto, de la sexualidad inclusiva. El deporte siempre ha sido aplaudido por servir de vehículo de valores sociales, como el esfuerzo, el coraje, el trabajo en equipo, el objetivo común. Pero qué valor hay más importante que enseñar a nuestros niños el respeto a la diferencia, a la diversidad. El deporte, por tanto, no ha de ser mero entretenimiento escapista, sino una bandera para levantar espíritus y no hay nada más político que eso. El deporte, como cualquier actividad que valga la pena, absorbe y representa todas las capacidades humanas o no es deporte, sólo masturbación.

Imaginen, por ejemplo, a una estrella de fútbol, un deportista admirado por todos, que es símbolo de poder y al que los niños miran con admiración. Imaginen que deja atrás todos sus expertos publicistas y su sentido de marca y confiesa abiertamente que es homosexual. Imaginen entonces que su caso consigue un efecto llamada y muchos otros salen del armario y reivindican su derecho a amar de la manera que ellos quieran. Cuesta imaginarlo, verdad. Pero ahora ya ni siquiera hace falta. Otros lo han hecho por nosotros.

Con humor y ligereza

El Teatre Gaudí se atreve a burlarse de la religión más extremista, atávica, conservadora y enfermiza de la sociedad, el fútbol, y lo hace a través de las dos cosas de las que más adolece el deporte, la música y el humor. De esta forma, la productora Generació de Merda (GDM) estrena este jueves «El futbol és així (de gai)», obra satírica que indaga en las mil posibilidades que sucederían si una estrella del deporte confesase en público su homosexualidad y no sólo esto, sino que se mostrase militante. «En la liga española no hay un solo jugador gay, y esto por estadística es imposible. Esta gente tiene todo el espacio del mundo en los medios y, sin embargo, nunca sacan temas como este», comentó ayer Xavier Morató, dramaturgo y director de la obra.

La obra nos presenta a Maxi, la estrella del Mercuri F.C., cuya intención es dejar de fingir y confesar su sexualidad, harto de vivir una falsedad. Lo que parece sencillo, no lo será tanto y necesitará todo el talento y el coraje que el fútbol, en principio, le ha enseñado a manejar. Pero que nadie espere un drama judicial, esto es un musical y aquí la ligereza ayuda a evitar el rechazo y adentrase de forma directa en los problemas. «No hay que tener miedo de hablar de estos temas. La obra es un musical muy divertido, satírico y para todos los públicos», comenta Morató, para quien los personajes funcionan como arquetipos muy identificables, y por tanto fáciles de burlar, lo que hace más hilarante la sátira. La obra se podrá ver hasta el 2 de septiembre