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Laia estaba medio desnuda y debajo de un colchón

El cadáver de la niña, que sufría autismo, fue hallado por sus tíos en la casa del vecino detenido.

Los Mossos d'esquadra con el detenido a la llegada a la vivienda donde presuntamente mató a niña de 13 años ayer en Vilanova i la Geltrú (Barcelona)
Los Mossos d'esquadra con el detenido a la llegada a la vivienda donde presuntamente mató a niña de 13 años ayer en Vilanova i la Geltrú (Barcelona)larazon

El cadáver de la niña, que sufría autismo, fue hallado por sus tíos en la casa del vecino detenido.

«Siempre, en todo crimen, lo más importante de una investigación es en la autopsia». Esta frase que se repite como una máxima, pertenece a una de las forenses más laureadas de este país. En el caso de la pequeña Laia, el informe definitivo tardará meses en conocerse, pero las conclusiones preliminares apuntan a que se trata de una muerte «violenta-homicida» y a que murió asfixiada a pesar de que dado el elevado número de puñaladas que se contabilizaron en su cuerpo, estaba literalmente cosida, al principio se pensó que podía haber perdido la vida por una de ellas o desangrada. Los cortes son «perimortem», es decir, que todavía no queda claro si se produjeron antes o después del fallecimiento de la menor, pero sí muy próximos a su fallecimiento. Al cierre de esta edición parecía segura la posibilidad de que sufriera abusos sexuales, ya que la pequeña estaba semidesnuda cuando fue localizada por un tío paterno y otro materno. Sin embargo, esta hipótesis no esta 100% confirmada. Lo que sí tienen claro los forenses es que lo que le ocurrió a Laia sucedió rápido. Es decir, que fue asesinada en un momento muy cercano a la hora de su desaparición. Llegaron a esta conclusión porque cuando midieron la temperatura del cuerpo de la niña, de 13 años, para establecer la data de la muerte, observaron que estaba frío y eso que dentro de la casa había un bochorno considerable y extraño. Una persona sin vida, en condiciones normales, deja escapar un grado de temperatura por hora, pero si la temperatura ambiente es elevada, baja menos. En este caso la única explicación médica para su ausencia de calor es que perdió mucha sangre y que el fallecimiento ocurrió al principio de su desaparición, algo que remarcó Antonio Rodríguez, intendente de la División de Investigación de los Mossos d´Esquadra, en rueda de prensa, quizá con la intención de aliviar a sus padres en el sentido de que no sufrió: «Se encontró el cadáver de la menor en una disposición de tal manera que nos hacen pensar que los hechos habrían pasado bastante rápido, en relativo corto espacio de tiempo desde el momento de la desaparición».

Así relató el máximo responsable de la DIC lo ocurrido: «Los abuelos recogen del colegio a la niña a las cinco de la tarde y la llevan a casa. Era algo que hacían con frecuencia. Sobre las 18:51 el padre se dirige a por ella al domicilio a la menor, entonces llama por teléfono cuando ya está llegando para pedirles que la manden para abajo. Busca aparcamiento por las inmediaciones de la puerta y cuando lo estaciona se planta en el portal a esperarla. No llega y desconfiado aprieta el botón del interfono para hablar con los abuelos. Él pregunta si le queda mucho a Laia para bajar y ellos responden que ya hace rato que ha salido. El padre no termina de entenderlo. En ese momento interpretan todos que la niña ha salido a la vía pública y se ha perdido», apunta Antonio Rodríguez. Y es así porque como el padre tardó unos minutos en aparcar no estuvo pendiente de la puerta y no sabe determinar si Laia había abandonado el domicilio o no. «Se inicia la búsqueda por parte de la familia y en redes sociales, pero finalmente llegan al convencimiento de que la menor no ha salido del edificio y es una pérdida de tiempo tratar de localizarla en la calle. Entonces una dotación de Mossos y dos familiares suben a la casa de los abuelos y la registran entera por si la menor no hubiese salido de la casa y se hubiese escondido. Buscan en armarios, debajo de las camas, en lugares recónditos, pequeños, pero es infructuoso y van llamando puerta por puerta. Entre otras pican en la del primero, primera. Les abre un hombre tapado tan sólo con una toalla, que sale de la ducha y manifiesta no tener ni idea de los hechos». Este es otro de los datos que sirve a los investigadores para creer que, en ese momento, Francisco, que así se llama el presunto asesino ya se estaba deshaciendo de las pruebas que el crimen había dejado en su cuerpo. «Los familiares», continúa el jefe de la DIC, «al cabo del tiempo, vuelven a llamar a la puerta del detenido, son un tío paterno y otro materno. Interpelan al morador de la vivienda. Su actitud es manifiestamente incongruente y contradictoria». No lo cuenta el intendente, pero ambos comienzan a gritar desde el rellano: «¡¡Laia!! ¡¡Laia!!». Son las casi las diez de la noche. El tipo se pone nervioso, lo que les hace sospechar todavía más. Le piden que les deje entrar a registrar, pero Francisco se niega. Los ánimo se caldean y entonces, uno de ellos, le empuja y entra por la fuerza en el domicilio. Ya en el pasillo observa manchas de sangre en la pared y en una habitación al fondo localizan el cuerpo de la menor sin vida. «Escondido debajo de un colchón», apunta el intendente.