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Exposición

La nueva vida de Frederic Marès

El museo del artista celebra su 70 aniversario con una nueva disposición museográfica

Las obras fueron donadas a la ciudad de Barcelona en 1988 y pronto se convirtió en visita obligada para todos los amantes de las bellas artes
Las obras fueron donadas a la ciudad de Barcelona en 1988 y pronto se convirtió en visita obligada para todos los amantes de las bellas arteslarazon

El museo del artista celebra su 70 aniversario con una nueva disposición museográfica.

Pocos ojos han comprendido mejor cómo la materia puede capturar la belleza, retenerla para la eternidad, a través de un simple corte y manipulación. Escultor, coleccionista y estudioso de la forma, Frederic Marès fue uno de esos nombres cuyo eco a veces se pierde porque se escucha en demasiados sitios diferentes. Aún así, nadie puede dudar de que fue un gigante, uno de esos artistas que saben tocar el momento mágico, es decir, cuando un objeto desaparece y en su lugar aparece valor y belleza. Y este artista ofreció a Barcelona no sólo su obra, sino su gran colección de arte, creando uno de los fondos más interesantes en los que perder un día y perderse para siempre.

El Museo Marès ha redimensionado su fondo modificando su disposición otorgando un nuevo protagonismo al despacho y biblioteca del artista, el lugar donde comprendió el fondo del juego escultórico, donde excelió no a partir de un talento natural, sino de una voluntad de crear, estudiar y amar. Para ello, han incorporado en estas simbólicas paredes creaciones como la «Virgen del Farolillo» junto a otras esculturas, modelos y dibujos de Frederic Marès.

Esta iniciativa de nueva presentación museográfica nace enmarcada del 70 aniversario de la inauguración del museo, que se celebrará por todo lo alto el próximo 25 de noviembre. «La renovación del discurso museológico, aportando contenido informativo sobre el espacio, el personaje y las obras expuestas, así como del mobiliario expositivo y la sustitución de la antigua iluminación por luces LED, aumenta la comprensión de la obra y el artista. Eso sí, se mantiene la misma atmósfera de calidez que había ideado Frederic Marès y la singularidad del espacio», recordó ayer la conservadora de escultura del museo, Montse Torras.

De su amor por Rodin a su simpatías por el noucentisme más clásica a su determinación por la obra religiosa o la devoción por elevar y sublimar el encargo en algo más grande, en algo superior, Marès fue una figura singular que ahora se quita el polvo y aparece más nítido, más gallardo y sobrenatural con una nueva luz. A partir de su obra creativa, el espacio se divide en seis ámbitos temáticos: figuras y retratos; escultura pública; restauraciones y recreaciones; arte funerario; figuras y escenas religiosas; y medallas.

Maternidad, nuevo mundo

De esta forma, se muestran algunos ejemplos de la influencia de Auguste Rodin en su obra como en la escultura «Rodio» (1914), en el «Retrato de Jaume Pahissa» (1917) o en «Desnudo de hombre». La influencia novecentista se ve en su relieve «Maternidad (Mater amabilis)» o el clasicismo en su «Cabeza de Bernat Metge». Después de 1936, Marès abandona la escultura de libre creación y se centra en los encargos, con los que ya había tenido éxito como en algunas esculturas para la Exposición Universal de 1929, de la que se exhibe «Niña sobre un pez». Algunos modelos de este ámbito aluden a esculturas o relieves de Marès que aún hoy se conservan en edificios privados como los de la Unión. En el centro de la sala se sitúan algunas figuras que ilustran los encargos que Marès recibió tras la Guerra Civil para restaurar o reconstruir obras destruidas o desaparecidas durante el conflicto.