Artistas
La partida de Duchamp
La Fundació Miró propone una mirada a las vanguardias artísticas a través del ajedrez.
La Fundació Miró propone una mirada a las vanguardias artísticas a través del ajedrez.
No cabe duda alguna que la mirada Marcel Duchamp representa la gran renovación artística que tiene lugar a principios del siglo pasado. Pero a Duchamp, además de pintarles bigotes a la Gioconda o poner una rueda sobre un taburete, le fascinaba el ajedrez, hasta el punto de afirmar que «he llegado a la conclusión que, si bien no todos los artistas son jugadores de ajedrez, todos los jugadores de ajedrez son artistas».
La Fundació Miró de Barcelona indaga en esta relación en una exposición ambiciosa que desde hoy abre sus puertas, bajo el comisariado de Manuel Segade. Duchamp es el eje, pero también se cuenta con obras de artistas como Kandinsky, Ernst, Calder, Delaunay, Miró, Metzinger o Yoko Ono, además de alguna presencia insólita como Mercè Rodoreda, aunque en su calidad de pintora aficionada.
Segade explicó ayer, durante la presentación, que la presencia del ajedrez en la vida y la obra de los artistas de la vanguardia no es algo que pueda ser tildado de anecdótico. «Es el trasfondo de la vanguardia», apuntó el comisario de la muestra en la Fundació Miró quien ha convertido el juego en el vehículo con el que narrar un período creativo que va de 1910 a 1972, con Duchamp presente.
Precisamente este autor podemos verlo desde todos los puntos de vista de su personalísima carrera. Por un lado tenemos al Duchamp casi impresionista, gracias a una tela titulada precisamente «La partida de ajedrez». La tela entra en diálogo con otra del mismo momento –la década de los 10–, firmada por Jean Metzinger: «Soldado jugando al ajedrez». Pero Duchamp pronto dejó de interesarse por el academicismo del caballete y pasó a ser el autor del «ready-made», como se constata en la Miró con cuatro de sus obras, como «Trampa».
La exposición también recoge algunos juegos de ajedrez realizados por Josef Hartwig, Damàs Calvet Serra –quien talló las piezas de madera en el campo de concentración de Argelès–, Max Ernst, Alexander Calder o Yoko Ono, que optó en 1966 por pintar de blanco tanto el tablero como las fichas de su personal mirada de la partida. En esta antología de juegos, se echa de menos que no se haya incluído el que ideó Salvador Dalí en 1964 precisamente como un homenaje a Marcel Duchamp. A este respecto, la presencia de Dalí se limita a una fotografía en la que el pintor aparece junto a su musa Gala posando con un ajedrez.
Volviendo a Duchamp, su última aparición pública como artista tuvo lugar en 1968, afortunadamente filmada y conservada. Fue para «Reunión», una performance musical de John Cage en el Sightssoundsystems, el festival de arte y tecnología. La intervención fue una tablero de ajedrez, conectado a un sintetizador, y que emitía un sonido mediante ocho altavoces, todo ello a medida que los jugadores movían las piezas del tablero. El último jaque mate de Duchamp.
✕
Accede a tu cuenta para comentar