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«Las mascotas nos hacen sentir queridos, nos dan un propósito»

Aubrey Fine, psicólogo especializado en terapias asistidas con animales de compañía, asegura que «Los animales me ayudan a bajar, a relajar, los sistemas de defensa de los chicos que vienen a mi consulta y así están mucho más receptivos. El perro es para mí como un catalizador para llegar a mis pacientes»

Aubrey Fine, psicólogo especializado en terapias asistidas con animales de compañía / Foto: Josep Lago/Shooting
Aubrey Fine, psicólogo especializado en terapias asistidas con animales de compañía / Foto: Josep Lago/Shootinglarazon

Aubrey Fine, psicólogo especializado en terapias asistidas con animales de compañía, asegura que «Los animales me ayudan a bajar, a relajar, los sistemas de defensa de los chicos que vienen a mi consulta y así están mucho más receptivos. El perro es para mí como un catalizador para llegar a mis pacientes»

Las terapias asistidas con animales son ya una realidad muy extendida en lo que se refiere a la atención psicológica y médica de los pacientes y el doctor Aubrey Fine, con más de 40 años de experiencia, es un referente mundial en este ámbito. Este especialista estuvo en Barcelona, invitado por la fundación Affinity, para dar una conferencia sobre el papel de los animales en la educación.

–¿Qué nos pueden aportar los animales?

–La clave es que las mascotas nos dan un propósito en la vida porque nos hacen sentir queridos. Cuando conectas con una mascota ésta te hace sentir que eres valioso, que eres importante para ella.

–Usted lleva 45 años haciendo terapias asistidas con animales, ¿cuáles son los beneficios de esta práctica? ¿Cuál es el papael de estos animales en las terapias?

–Los animales me ayudan a bajar, a relajar, los sistemas de defensa de los chicos que vienen a mi consulta y de esta manera están mucho más receptivos. El perro es para mí como un catalizador para poder llegar a estos chicos que acuden a mis terapias. Los animales cambian el ambiente y hacen aumentar el confort de mis pacientes, que normalmente son muy reacios a venir a mi consulta. Un ejemplo: hace años tuve como paciente a una niña que era muda selectiva y cuando vino a mi consulta por primera vez, empezó a interactuar con mi perro. Entonces hice venir al animal a mi lado y dije a la niña que si quería que él se acerca tenía que llamarle. Sus padres me aseguraron que la niña nunca lo haría, sin embargo por primera vez ellos oyeron a la niña llamar al perro. Fue el detonante para que la niña se abriera, el inicio, y a continuación, la niña empezó a hablar conmigo. El caso es que el animal actúa como un facilitador, un apoyo para el trabajo que yo hago. La conexión entre el paciente y el animal y la seguridad que aporta el perro ayuda a romper el hielo y a poder avanzar en la terapia.

–¿Cualquier animal vale para este trabajo?

–Pet Partners es una asociación americana muy potente que reconoce nueve tipos de animales que podrían utilizarse en terapias pero los perros llevan años interactuando, compartiendo una historia, con los humanos y han sabido conocer e interpretar a la perfección nuestro comportamiento, leer nuestro lenguaje no verbal. Además, en los últimos 15 años la investigación ha demostrado que los perros no solo son buenos interpretando nuestro lenguaje no verbal, sino también entendiendo nuestro lenguaje verbal. Eso les hace candidatos ideales para trabajar en terapias. En cualquier caso, no todos los perros sirven para hacer este trabajo. Un perro de terapia ha de tener unas cualidades concretas: la primera de ellas y principal es que de manera natural ha de ser un perro al que le guste el contacto humano; la segunda es que tenga una excelente obediencia, que sepas que en cualquier situación este perro va a responder; y, por último, el animal y el terapeuta han de ser un equipo. Yo no compito con mi perro. Somos como Fred Astaire y Ginger Rogers. Formamos un equipo tan bueno que el perro a veces trabaja para satisfacerme.

–¿Cuál es su adiestramiento?

–Es una obediencia básica, que son todos aquellos comandos que te dan el control. Además, es muy importante la sociabilización de los perros, que no se asusten y puedan ir a cualquier lugar. Es importante tener en cuenta también que, tal y como ya se ha demostrado científicamente, el acariciar de manera regular a un perro activa una serie de hormonas, como la oxitocina, que está relacionada con el placer, así como también disminuye la presión sanguínea, la respiración, y baja el cortisol, detonante del estrés. Ello hace que personas con ansiedad o estresadas se relajen, que estén más tranquilas y receptivas.

– ¿Qué tiene un perro que no tiene un psicólogo?

–Muchas personas buscan a los animales como apoyo, porque con ellos sienten confort. Por ejemplo, a mi mujer le diagnosticaron un cáncer y ella, que es muy orgullosa, reaccionó con enfado ante el diagnóstico. ¿Y a quién buscó para hablar de ello? ¿A su marido que es psicólogo? Pues no. Por entonces teníamos un cachorro y éste la miraba diciéndole «sácame a pasear, juega conmigo...», eso ayudó a mi mujer en el proceso de rehabilitación, le hizo sentir mejor para salir de esa situación. Hemos de tener en cuenta, además, que yo no puedo tocar a mis pacientes pero que mis perros sí pueden establecer ese contacto con los chicos, un contacto que les relaja y tranquiliza . En cualquier caso, la terapia asistida con animales es un trabajo en equipo, entre el psicólogo y el animal; es un trabajo de mutuo conocimiento.

–La intervención con un animal, ¿puede ser una herramienta pedagógica?

–Los perros se usan en programas educativos y si demostramos con evidencias científicas que llevar el perro a las aulas no es solo un juego, sino que además tiene unos beneficios directos sobre los estudiantes, se podrían cambiar las políticas en materia de educación.