Cataluña
Mas se resiste a asumir que la gran empresa no apoya su plan soberanista
El president de la Generalitat fue el último en llegar ayer al Parlament de Cataluña, donde esta semana tocaba pleno. La sesión se había retrasado media hora, tiempo suficiente para que Artur Mas pudiera dar la bienvenida a los asistentes del Foro Económico del Mediterráneo Occidental. Entre ellos, al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuya relación con el ejecutivo catalán atraviesa un mal momento. Mas, molesto porque los servicios de protocolo del Palacio de la Moncloa no le dejaron protagonizar la inauguración de la cita mediterránea para saludar a los invitados, se lo hizo saber a Rajoy abandonando la reunión antes de la intervención del presidente español.
El titular de la Generalitat se mordió la lengua a su salida del Palau de Pedralbes, pero en el pleno se despachó con el Gobierno. Repasó el informe de agravios que presentó la semana pasada y culpó a Rajoy y a su ejecutivo de ser un «impedimento» para la recuperación económica. Una acusación que, minutos antes, lanzaron PP y Ciutadans a la inversa, es decir, que el proyecto soberanista dificulta la salida de la crisis en Cataluña.
No hay peor sordo que el que no quiere oír. Y Mas no quiere oír ni hablar de que los grandes empresarios no apoyan su proyecto soberanista.
La gran empresa no es amiga de la inestabilidad política. Prueba de ello es que en las últimas semanas, voces como la del presidente de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en España, Jaume Malet, han dicho que hay una preocupación «muy grande» de inversores extranjeros por la independencia de Cataluña y que ésta podría llevar a una «deslocalización masiva» de puestos de trabajo e inversión. O el presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, ha alertado de que «una sociedad dividida no es una sociedad potente».
Recordando estas advertencias o la del presidente de Freixenet, el líder de Ciutadans, Albert Rivera, recurrió a la ironía para preguntar a Mas si cree que «hay una conspiración mundial contra el Govern», cuando los empresarios avisan de que la independencia no es un buen plan para Cataluña. Mas contraatacó dirigiendo el debate a su terreno. Respondió con un «no he oído a ninguna de estas personas decir que no se tiene que votar». «Puede que estén en contra de la independencia de Cataluña, pero ninguna está en contra de que el pueblo catalán pueda ejercer el derecho a decidir», añadió, antes de insistir en que «en democracia, las diferencias se resuelven votando».
Tanto Ciutadans como el PP le reprocharon que está cegado con una consulta que torpedea la recuperación económica. Pero Mas está convencido de que el obstáculo para salir de la crisis es el Gobierno de Rajoy, que mantiene bloqueados los fondos autonómicos para políticas activas de empleo e incumple con sus compromisos. Como ejemplo, citó que Cristóbal Montoro había prometido que «no habría ningún problema de tesorería» y «ahora han volado 1.700 millones de euros del Fondo de Liquidez».
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