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«Me sigue sorprendiendo que la gente lea mis novelas»

Daniel Pennac es uno de los indiscutibles nombres de referencia de la literatura francesa actual. El autor acaba de publicar en nuestro país «El caso Malaussène.

Entrevista al escritor Daniel Pennac / Shooting
Entrevista al escritor Daniel Pennac / Shootinglarazon

Daniel Pennac es uno de los indiscutibles nombres de referencia de la literatura francesa actual. El autor acaba de publicar en nuestro país «El caso Malaussène.

Daniel Pennac es uno de los indiscutibles nombres de referencia de la literatura francesa actual. La publicación de cada uno de sus libros es un acontecimiento y, como es el caso, recupera a su antihéroe Benjamin Malaussène la cosa toma una dimensión importante. El autor acaba de publicar en nuestro país «El caso Malaussène. 1. Me mintieron» de la mano de Literatura Random House en castellano y en catalán por Empúries y participó ayer en una charla en el CCCB.

En 1996, usted afirmaba que le parecía un milagro el hecho que lo leyeran. ¿Sigue pensando lo mismo?

Sí. Eso es una fórmula. Cuando lo dije era una manera de hablar, pero ante todo lo que quería era mostrar mi sorpresa. Cuando uno escribe está recluido en una soledad máxima, sobre todo cuando se escriben novelas. Un escritor no se hace una representación de quién será el lector que se acercará a su libro. En este sentido, no lo voy a negar, me sigue sorprendiendo que la gente lea mis novelas. en cambio con los ensayos es distinto porque te haces una representación mental del lector; en cada frase piensas como el lector va oponerse a cada frase.

¿Por qué ha dejado que pasaran diecisiete años para continuar la saga Malaussène?

No he esperado. Durante este tiempo he hecho otras cosas. Un día, de repente, sentí la necesidad de recuperar la escritura de la saga Malaussène. Me refiero a una forma de escribir específica que había creado para ellos. ¿Por qué tuve ganas ese día de escribir sobre Malaussène? Le voy a reconocer que todavía no lo sé.

¿En ningún momento ha sido por presión de los lectores?

No. (Risas) Es el azar. Estoy muy contento que sea así, pero no interfiere en mi deseo de escribir. ¡Si me ciñera a la presión de sacar el segundo tomo de Malaussène! Este verano sentí la necesidad de escribir sobre mi hermano fallecido hace diez años. Quería pasar más tiempo con él y dejé a Malaussène.

En la novela se indica que uno de los principales errores judiciales es el hecho que los investigadores están obsesionados con la coherencia. ¿Le pasa lo mismo a los escritores?

Sí. Esta es una duda que tenemos respecto al universo judicial. Me he percatado que los errores judiciales más conocidos en Francia se han debido a que en fase de instrucción han seguido una estructura que se basa en la lógica novelesca. Tenía que haber una coherencia en ese proceso judicial que inconscientemente, unos y otros, las partes del proceso forzaban. Hay ejemplos muy concretos de esto. El 90 por ciento de lo que hacemos en nuestras vidas no es coherente. Por ejemplo, ahora está usted haciendo una cosa coherente con respecto a una decisión tomada anteriormente: entrevistar a este autor francés. Eso sería un acontecimiento coherente de su vida. A mi me dijeron que venía a Cataluña para responder a las preguntas de los periodistas. Muy bien. También es coherente el hecho de que tengo que dar una charla en el CCCB por la noche. Pero, entre la entrevista y la charla iremos haciendo cosas imprevistas. Sigamos con este ejemplo: imaginemos que dentro de un año nos envíen a juicio y los investigadores. ¿qué harán? Tendrán en cuenta los acontecimientos coherentes del día , pero puede que lo más significativo se haya producido en aquellos momentos en los que no se hizo algo coherente. Buscarán en nuestra existencia elementos que generen relaciones de causa-efecto en relación de unos y otros. Es decir, que sigan una lógica y esa lógica será errónea, lo que acaba desembocando en un error judicial. ¿Me permite ponerle un ejemplo?

Por favor.

Hace unos años hubo un caso en Francia. Se trataba de una pareja desestructurada que prostituía a sus hijos, y entre los condenados había un panadero, un sacerdote, un secretario judicial o un asistente social que frecuentaban el domicilio familiar, pero en realidad tenían una razón profesional precisa para estar con los padres. estadísticamente no había razón para imputarlos, pero acabaron condenados porque lógicamente era posible por esa lógica narrativa. Se creó un relato, como si toda la institución judicial hubiera escrito una novela, y hubo que esperar varios años para ver que esas personas eran inocentes. Uno de los acusados, que apenas sabía leer y escribir, se dio cuenta que habían construido esa historia y empezó a exagerar sus declaraciones y se inventó cosas como que había matado a alguien en Bélgica o en Alemania

En su novela se plasman las desigualdades sociales que se viven en su país. ¿La ficción es el mejor vehículo para denunciar este hecho?

Tampoco quiero emocionarme demasiado sobre los efectos que tiene la literatura sobre la realidad. Es algo en lo que no me hago muchas ilusiones. Hay una frase de un poeta ruso que es mi lema: «quizás no podemos hacer nada, pero al menos podemos contarlo».

No puedo evitar la tentación de preguntarle algo. ¿Qué le parece que Manuel Valls pueda ser candidato a la alcaldía de Barcelona?

Se lo pueden quedar.