Valencia

El deber de no presumir

La Razón
La RazónLa Razón

Nunca me ha molestado que compañeros hayan dado noticias que yo por cualquier razón no haya podido publicar. Siempre, eso sí, he repudiado a quienes pretendían por ello darme lecciones de ética o independencia periodística. La realidad demuestra siempre que todos tenemos límites impuestos por numerosas circunstancias. Unas más cuestionables que otras. Viene esto a cuento por dos acontecimientos en una misma semana, la pasada, que demuestran la inconveniencia de presumir. Lo hago hoy como lo podría haber hecho cualquier otro día desde hace muchos años. Ejemplos podría describir unos cuantos. A lo que iba. Esta misma semana se ha producido el lamentable incidente de la detención de algunas personas, una de elllas íntimamente ligada a un líder de la comunicación televisiva. ¿Qué ofreció en su programa, ese que se harta de ofrecer horas sobre cualquier otro evento similar? Nada de nada. No me parece bien, ni mal. Un caso que demuestra el deber de no presumir frente a otros. Como me aleccionó en cierta ocasión un sabio «Iñaki ¿vas a ganar el Pulitzer publicando esa noticia? No, respondí. Entonces no es tan importante. Siempre que la tengas, no me negaré».

El otro se refiere al ministro de Fomento, que en su visita a Valencia en plena crisis de los taxistas, su equipo limitó a tres preguntas las cuestiones que podían plantear los periodistas.

La excusa peregrina fue «que es la hora del AVE» cuando sale normalmente cada hora. Habría poco que reprochar a la autoridad socialista a no ser porque su partido se ha hartado de criticar a los ministros del Partido Popular cuando actuaron de forma semejante estando en el Gobierno. ¡Qué fácil es necear! Así es la vida.